La uva, culto de griegos y romanos, ha sido siempre una baya con mala fama cuando nos hemos querido poner a dieta. Quizás en Nochevieja, es cuando nos tomamos las doce de rigor sin plantearnos si nos van a engordar o no, aún a pesar de todos los posibles excesos que hayas podido hacer esa noche. Ahí están, con cada campanada. Te las comes sin remordimientos, pero ¿el resto del año? ¿Tienen hueco en tu despensa o no tienen permiso de entrar porque engordan? Te contamos por qué sí debes incluirlas en tu dieta, aprovechando que su época de recolección empieza este mes y que, normalmente, entre septiembre y octubre adquieren su mayor grado de maduración. En cualquier modalidad, negra o blanca, son una buena opción para incluir dentro de una alimentación saludable.
Razones por las que incluir las uvas en tu dieta
Por cada 100 gramos de uvas, aportamos unas 70 kcal y 18 gramos de carbohidratos, de los cuales, más de un 15% son azúcares, mientras que el resto es, sobre todo, fibra. Además de su cualidades antioxidantes, las uvas contienen también potasio, magnesio, zinc, cobre, vitamina A, vitaminas del grupo B, vitamina C, ácido fólico y más de un 80% de agua, por lo que pueden ayudarnos a cubrir las necesidades de minerales y vitaminas de nuestro organismo y mantener una hidratación adecuada, entre otros muchos beneficios, como el de favorecer el buen estado de las arterias y ayudarnos a regular la presión arterial.
Los hidratos de carbono aportan energía a nuestro organismo, pero el problema surge cuando hay un desequilibrio entre todos lo que ingerimos y la energía que consumimos con nuestra actividad diaria, ya que si no la utilizamos, se puede acumular en forma de grasa. De ahí que, independientemente de que estos carbohidratos provengan o no de las uvas, debemos tener en cuenta ese gasto energético, incorporando esta fruta en la medida que correspondan con nuestras necesidades nutricionales. En el caso de que lo hagan, las uvas son siempre saludables.
Sin embargo, también tenemos que saber que, dependiendo de la clase de uva que elijamos, podemos variar el porcentaje de nutrientes que aportamos a nuestro cuerpo. Por ejemplo, la uva negra, debido a su color, destaca más por su poder antioxidante, su importante aporte de taninos y polifenoles, ayudándonos a evitar el ataque de los radicales libres y el envejecimiento prematuro. Por su parte, la uva blanca contiene una mayor concentración de azúcares y, en las uvas pasas, el porcentaje es aún mayor. Sin olvidarnos, en ninguna de ellas, su gran aporte de fibra, necesaria para el correcto funcionamiento intestinal y con un importante efecto saciante.
Por último, otra de las razones para decirles sí a las uvas es que, en ningún caso, el azúcar natural contenida en una fruta con su fibra supondrá un problema que nos lleve a engordar. En vez de fijarnos en las frutas en sí, es mejor que lo hagamos y nos prohibamos en todos esos productos hechos a partir de harinas refinadas y azúcares artificiales, como las galletas zero, light, la bollería o el pan blanco, etc.