Guía práctica para cultivar tus propias hierbas aromáticas

Tener un huerto urbano en casa son todo beneficios: tanto para ti, que conseguirás llevar alimentos (más) reales a tu mesa, como para el medio ambiente, reduciendo las emisiones de CO2

Por Marta Romero

Tener un huerto doméstico significa un mejor acceso a hortalizas y verduras ecológicas. Pero también significa un mayor esfuerzo (ya no vale con ir al supermercado y que todo esté perfectamente dispuesto), una mayor inversión de tiempo y un paso previo para que salga bien: mucha información. Por eso, desde ¡HOLA! Cocina hablamos con Marta Rosique y Raúl Piqueras, autores del libro editado por Zenith: Minihuertos. Una guía paso a paso para revolucionar tu balcón, que son grandes expertos en la materia. Con ellos hemos creado este decálogo para que puedas empezar con tu propio huerto urbano. Ya no hay excusas.

Si tienes un jardín, perfecto. Pero también vale un balcón, una ventana o un espacio interior con algo de luz. Lo importante es que te decidas. Un informe reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) destaca el valor de “esta actividad decisiva para la seguridad alimentaria (…) que nos suministra alimentos locales frescos, crea franjas verdes que mejoran la calidad de vida y estimula el desarrollo económico local”. Unos beneficios que, a nivel global, se suman a la reducción de emisiones de CO2 que se producen por la manufactura y distribución de los alimentos, además del uso de pesticidas y herbicidas que, en los últimos 35 años, no han hecho más que incrementarse en la agricultura industrial. Así, un huerto urbano nos garantiza (en principio) alimentos más ecológicos y nos ayuda a poner en valor la importancia de llevar productos reales a nuestra mesa.

VER GALERÍA

¿Qué puedo cultivar ahora que acaba la primavera?

Una de los aspectos más importantes a tener en cuenta es saber qué cultivar. Y, en este caso, la estacionalidad es la que manda. Existen alimentos que son aptos durante todo el año –como la cebolla, el rábano, la remolacha, la lechuga o la rúcula, la acelga, el puerro y la zanahoria-, pero otros que necesitan unas horas de luz y temperatura determinadas. En este momento del año, en el que acaba la primavera, lo mejor es sembrar berenjenas, judías, calabacines, pepinos, tomates y pimientos. Pero ¡date prisa! Deberás trasplantarlos al exterior en cuanto comience el verano.

Ahora, si quieres algo más sencillo, te proponemos que empieces por las hierbas aromáticas. Podrás ir cortándolas según las necesites, cunden mucho y, además, no son especialmente complicadas. Además, hay pocos platos que rechacen su compañía, dándoles mucho más aroma y sabor.

VER GALERÍA

Diez pasos iniciales para empezar a cultivar

Para Marta y Raúl, las mejores para estrenarse son el cebollino (una de las más adaptables a todas las condiciones), la menta (cuyo crecimiento es muy rápido), el cilantro (perfecta para cultivar en el interior, pues necesitan cierta sombra), el tomillo y el romero (muy productivas en espacios pequeños).

  1. Casi todas las aromáticas o condimentarias pueden ser cultivadas durante todo el año en el interior, pero si vas hacerlo en el exterior, hazlo en primavera y verano.
  2. Son bastante exigentes en cuanto a la luz, ya que necesitan unas 6 horas mínimo de exposición; pero cuanto más, mejor.
  3. Un buen drenaje es indispensable para el buen desarrollo de las raíces, pues un exceso de agua, las mata. Asegúrate de que las macetas cuentan con agujeros en la base.
  4. Cultiva en el interior siempre que cuenten con los requisitos de luz que hemos mencionado, aprovechando al máximo el espacio con jardines verticales y macetas colgantes.
  5. Escoge los recipientes adecuados: cada planta necesita un volumen mínimo para crecer de forma sana. En el caso de las aromáticas, nos valdría con macetas de aproximadamente 12-15 cm de diámetro y 1-2 litros de sustrato por planta.
  6. La mayor parte de las aromáticas necesitan un sustrato húmedo. Por tanto, riega tu planta de manera habitual, pero sin encharcarla. Para saber cuándo debes hacerlo, introduce un dedo en el interior del sustrato y fíjate en si está seco o no.
  7. Cosecha de forma habitual, favoreciendo que la planta se mantenga en su fase de crecimiento y evitando que pase la fase de madurez o floración, a partir de la cual empieza a morir. Además, así te aseguras de que el sabor es mucho más intenso.
  8. Nunca cojas más de un tercio del volumen de la planta o repercutirá gravemente en su crecimiento. Lo mejor es ir cosechando cantidades pequeñas de forma más regular.
  9. Ten cuidado con aquellas más invasivas como la menta, que ocupan rápidamente todo el espacio de cultivo, desplazando a las demás. Deja que tengan su propia maceta.
  10. Y, por último, combina plantas con semillas para empezar tu huerto, ya que las primeras tienen ventajas respecto a las segundas: se adaptan mejor a su entorno definitivo, son más económicas y te permiten realizar siembras escalonadas en el tiempo. Por ello, utiliza semillas para las aromáticas con un crecimiento lento –como el romero o el tomillo, y las plantas para las más fáciles de cuidar –como la albahaca o la camomila-. De esta forma, ¡no te desanimarás y verás tu huerto siempre florecido!

Si todo sale bien, atrévete con las lechugas y diferentes hojas de ensalada, que ocupan poco espacio, resultan muy sencillas de cultivar y puedes diseñar tus propias combinaciones como esas bolsas gourmet que venden en los supermecados. Este podría ser tu siguiente paso.