Holanda. Siglo XVI. Cuentan los registros que los habitantes de este país endulzaban sus paladares con unos pastelitos redondeados de masa frita llamados olykoek. Al parecer, resultaban deliciosos, pero tenían un problema: a la hora de freírlos, la parte central solía quedar cruda (se cocinaba mucho más rápido el exterior que el interior), de modo que para resolver el asunto solían rellenar esta zona con frutos secos.
El bollito en cuestión llegó a Estados Unidos cuando los colonos y emigrantes holandeses cruzaron el Atlántico, y una vez allí no tardó en adoptar un nombre anglosajón (aunque no hay consenso al 100%, parece que el término es una fusión de las palabras dough -masa- y nut -nuez).
No obstante, aquellos donuts seguían sin conseguir un interior bien cocinado, hasta que en 1847 el marinero Hanson Gregory (y aquí sí parece haber más unanimidad) dio con la solución: un día que su madre estaba preparando en casa estos bollitos decidió hacerles un agujero en el centro para desechar la parte más cruda. Poco se imaginaba entonces el bueno de Gregory que aquella idea casual trascendería como lo hizo: el donut, como lo conocemos actualmente, acababa de nacer. Tan recordado es el gesto, que Hanson cuenta incluso con una placa conmemorativa en su lugar de nacimiento (Rockport, Maine), en la que se le reconoce como "el inventor del agujero del donut”.
Lo que seguramente tampoco imaginó aquel capitán americano fue la cantidad de versiones que, con el paso del tiempo, irían surgiéndole a ese pastelito redondo y dulzón: rellenos de todo tipo, glaseados de mil colores, toppings para todos los gustos… ¡el paraíso de Homer Simpson! Incluso existen ‘ediciones especiales’ que salen al mercado con motivo de fechas señaladas (caso, sin ir más lejos, de los 'donuts corazón' que la famosa multinacional Dunkin' Donuts lanza cada mes de febrero a propósito de San Valentín, por poner solo un ejemplo).
Y entonces, llegó la moda de las ’recetas cruzadas', con resultados desiguales, todo sea dicho. Juzguen ustedes: tracos (tacos que sustituyen las tortillas de maíz por masa de croissant); sushirritos (mitad sushi, mitad burrito); waffle sandwiches (donde el clásico pan es sustituido por un gofre); pancake burgers (aquí son las famosas tortitas americanas las que sustituyen el pan)…
Híbridos culinarios, más o menos afortunados, a los que no se escapa nuestro protagonista de hoy. El primero en llegar (o, al menos, el más mediático), fue el popular cronut. Una invención del repostero francés Dominique Ansel que fusiona la receta del donut con la del croissant. Lo puso a la venta por primera vez en 2013 en su pastelería del SoHo (uno de los barrios más populares de Nueva York) y desde entonces no ha dejado de venderlo. De hecho, es el mayor reclamo de su oferta dulce.
Y si un gofre o un pancake pueden sustituir el pan de una hamburguesa, ¡cómo no iba a hacerlo un donut! Es lo que debieron pensar, por ejemplo, en las hamburgueserías Goiko Grill el verano pasado cuando lanzaron Gordonut como gesto simbólico de resistencia a la ‘Operación Bikini’: una hamburguesa a base de carne, bacon, queso, huevo y sirope de maple, todo ello entre donut y donut… Esta creación, no apta para estómagos débiles, ha sido recuperada en la carta de Goiko, esta vez esta vez bajo el nombre de Gurdunut.
Por supuesto, la de Goiko Grill es solo una las muchas donut burger que pueden disfrutarse en el mundo. Y es que no son pocos los restaurantes y cadenas de comida rápida que la incluyen en sus menús, desde Australia hasta Miami. Para muestra, estos tres ejemplos vistos en St. Burgs, Cool Bean Kitchen y 109 Burger Joint:
En las últimas semanas se ha hecho bastante viral una nueva receta-fusión con el donut como producto estrella: nos referimos a los churronuts. Aquí es el popular churro el que se suma a la ecuación y el restaurante barcelonés Alsur Café el que ha puesto este dulce en escena.
Aunque al parecer la receta tiene un origen leonés, ha sido ahora cuando ha empezado a popularizarse en redes sociales gracias a este establecimiento de la capital catalana. Y es que, más allá de su sabor, hay algo innegable: los churronuts podrán gustar más o menos, pero su lado 'instagrameable' está fuera de toda duda. Echad si no un vistazo a esta imagen publicada en la cuenta de Alsur Café. Sí. Vuestras papilas gustativas han empezado a funcionar. Y lo sabemos.
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