‘Alinea no es un restaurante. Al menos, no lo es en el sentido convencional’. Esto es lo primero que podemos leer al acceder a la página web de este prestigioso local estadounidense, dirigido por el chef Grant Achatz. Por supuesto, no es una frase casual. Y es que, aunque la experiencia gastronómica que proponen en este establecimiento podría definirse con mil y un adjetivos, probablemente todos ellos estarían en las antípodas de lo ‘común’ o lo ‘ordinario’…
Que se lo pregunten si no a Justin Timberlake. El cantante tuvo ocasión de vivir en primera persona hace algunos días ese fascinante viaje sensorial que supone reservar mesa en Alinea. La gira en la que actualmente está inmerso, Man of the Woods Tour, había hecho parada en Chicago, así que, ¿por qué no aprovechar la ocasión para cenar en el mejor restaurante de la ciudad?
Una experiencia que, a tenor de los vídeos que Timberlake publicó en su cuenta de Instagram, disfrutó como un niño. En el primero de ellos podemos ver al intérprete en una secuencia muy divertida mientras prueba uno de los platos más icónicos del restaurante: el famoso globo de helio comestible. Un postre con sabor a manzana verde cuyo interior se inhala, provocando la previsible (e hilarante) distorsión en la voz del comensal.
“No es gran cosa, familia. Estoy simplemente pasando el rato en Alinea, comiendo globos de azúcar”, contaba Timberlake a cámara, guasón, mientras sus acompañantes estallaban en un ataque de risa por lo cómico de su nuevo timbre de voz…
En un segundo vídeo podemos ver al cantante comprobando, atónito, cómo una espesa nube de humo asciende ante sus ojos desde otro de los platos que componían el menú. Ya en el tercer vídeo, totalmente rendido a los encantos de la cocina creativa de Achatz y su equipo, Timberlake les pregunta entre bromas si les gustaría unirse a su gira.
SIETE AÑOS PARA LA CREACIÓN UN PLATO ICÓNICO
Pero en Alinea no hay mucho tiempo para tours musicales... las jornadas son largas e intensas. Y es que, más allá de lo anecdótico o de lo lúdico, lo cierto es que detrás de este tipo de platos hay muchísimas horas de trabajo. ¡Años incluso! Ni más ni menos que siete fueron los que Achatz y los suyos tardaron, por ejemplo, en dar con la fórmula para crear el famoso globo de helio.
“Un día, en el cumpleaños del hijo de un amigo me pregunté cómo podía hacer un globo comestible. En el intento, fracasé una y otra vez pero no me di por vencido”, cuenta el chef. En 2012 por fin consiguió ver su reto hecho realidad y desde entonces, le encanta salir a sala y ver las simpáticas reacciones de la gente cuando llena sus pulmones con este elemento químico.
“Primero acerca los labios al globo, inhala el helio o, como segunda opción, puedes utilizar el alfiler que hay sujeto al final de la cuerda. Disfruta. Todo es comestible”. Es lo que cuentan los camareros a los clientes cuando les entregan a la hora del postre el vistoso globo, sostenido por un peso y una cuerda (también elaborada con manzana deshidratada). Las carcajadas están servidas.
UNA PASIÓN ‘GASTRO’ LLEVADA AL LÍMITE
El del globo es solo un pequeño ejemplo de la tenacidad y entusiasmo con el que Achatz se entrega a su profesión. Una pasión inquebrantable que incluso le llevó cocinar durante dos años con su sentido del gusto anulado. En 2008, el cocinero fue diagnosticado de un cáncer de lengua y en ese momento los médicos solo le dieron dos años de vida. Sin embargo, Grant decidió seguir trabajando. La quimioterapia hizo que perdiera las sensaciones en su paladar (que más tarde recuperaría), de modo que durante ese tiempo tuvo que valerse de su memoria gustativa, intuición y resto de sentidos para crear sus platos.
Sin duda, una extraordinaria historia de superación la de este chef, fascinado por la creatividad y la innovación culinaria, y cuyo trabajo no ha dejado de cosechar reconocimientos en todo el planeta: Alinea es, por ejemplo, un habitual año tras año en la lista de ‘The World’s 50 Best Restaurants' (actualmente ocupa el puesto 21 del ranking) y cuenta también con la máxima distinción de la Guía Michelin, es decir, sus tres codiciadas estrellas.
ESTRECHO VÍNCULO CON ESPAÑA
No es arriesgado decir que en esta brillante trayectoria hay un nombre absolutamente clave: el del chef catalán Ferran Adrià. En el año 2000, Achatz tuvo ocasión de hacer unas prácticas en el desaparecido restaurante El Bulli. Lo que allí vio y aprendió marcó de manera decisiva su manera de cocinar (como la de tantos otros cocineros que pasaron en algún momento de su vida por el mítico establecimiento de Roses).
Su vínculo con España no se ha perdido desde entonces. De hecho, suele visitar el país un par de veces al año y siente especial debilidad por nuestra gastronomía, sobre todo por el marisco y el jamón. ‘'Nunca se toma suficiente jamón", bromeaba el chef de Michigan durante su estancia en Madrid hace algo más de un año. Aquella visita fue una de las más especiales y prolongadas. Mientras Alinea permanecía cerrado durante unas semanas para acometer unas reformas, el cocinero decidió instalar su restaurante durante un mes, en formato pop up, en madrileño hotel ‘NH Collection Eurobuilding’.
En aquella ocasión las mesas no tardaron en volar. No es fácil que se presenten oportunidades como ésa y los amantes de la alta cocina lo saben. Hoy, quien desee disfrutar del trabajo de este talentoso chef (y tenga las posibilidades económicas de hacerlo; sus menús van desde los 175 a los 385 dólares) deben viajar hasta Chicago. Para Justin Timberlake es más sencillo (en todos los sentidos).
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