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La primera comida del día se convirtió anoche en protagonista durante la primera prueba de MasterChef. Hablamos, claro está, del desayuno. Pero no un desayuno cualquiera: los concursantes debieron afanarse en preparar un completísimo desayuno americano propio del mejor hotel de cinco estrellas. Y precisamente desde los fogones de uno de ellos, en concreto desde el Hotel InterContinental de Madrid, llegó Miguel Ángel de la Fuente (al frente del servicio de habitaciones de este lujoso hotel) para aconsejar a los aspirantes. La misión no era sencilla: el desayuno debía incluir una bebida caliente, un plato de frutas, un zumo natural, un plato con huevos, bollería casera y una receta de libre elaboración... Una prueba que contó, además, con la visita de Paula (ganadora de 'MasterChef Junior 4'), convertida en un miembro más del jurado.
Finalmente fue el desayuno preparado por Nathan el que más convenció a los jueces. Sin embargo, no fue para él la capitanía de la prueba de exteriores en esta ocasión (tal y como suele ocurrir con quien mejor se defiende en la primera prueba) sino para las autoras de los dos peores desayunos, en este caso, Miri y Edurne.
Fueron ellas las encargadas de dirigir, respectivamente, los dos equipos en el segundo (y difícil) reto de la noche: replicar un menú del chef sudamericano Juan Manuel Barrientos (al frente de dos restaurantes en Colombia y uno en Miami). El cocinero cruzó el océano para recalar en la madrileña Finca Astilbe -escenario escogido para esta segunda prueba- y aconsejar a los concursantes sobre los secretos de la cocina latinoamericana.
Dos ‘sorpresas’ más: los encargados de catar dicho menú serían esta vez los familiares de los propios aspirantes (lo que derivó, en el momento de los reencuentros, en un buen puñado de momentos realmente emotivos y emocionantes, dado que hacía más de dos meses que no se veían).
Por otro lado, los ex concursantes eliminados en anteriores programas tuvieron la oportunidad de regresar y participar en la ya tradicional repesca, pero en esta ocasión, con una novedad: serían dos los afortunados que podrían volver a la competición. Su misión consitía en preparar unas empanadillas latinoamericanas, uno de los platos diseñados por Barrientos. Elena y Jose María (los últimos en abandornar las cocinas de MasterChef 5) fueron quieres salieron más airosos; sus empanadillas gustaron mucho, de modo que ambos han vuelto a convertirse en concursantes ‘de pleno derecho’, tal y como les comunicaba Eva González.
Las cosas no les fueron igual de bien al equipo rojo y azul con las recetas latinoamericanas. Tanto es así que ninguno de los dos grupos consiguió vencer en la prueba: "Hoy no ha habido ganador. Ambos equipos habéis trabajado igual de mal", les reprochaba Pepe Rodríguez. No obstante, el jurado decidió salvar a dos de los aspirantes que, según su criterio, habían trabajado mejor que el resto a modo individual. Premio que recayó en Jorge y Edurne (ambos se libraban así de la temida prueba final de eliminación).
En esta última prueba, los ‘delantales negros’ (Miri, Nathan, Odkhuu, Silene y Laila) tuvieron que desmotrar su destreza con las nuevas técnicas de cocina de vanguardia (sifón, bolsa de vacío, nitrógeno líquido...) aplicadas a un producto sencillo pero delicioso: la calabaza. El reto consistía en preparar tres platos diferentes (dulces o salados) con este ingrediente como producto principal.
Una prueba que hizo que los ‘fantasmas’ de Laila volvieran a hacer aparición en escena: la concursante valenciana padeció en el pasado un accidente doméstico en la cocina que le llevó a estar ingresada tres semanas en un hospital, con quemaduras en las córneas y sin saber si volvería a recuperar la vista. De modo que, el temor a tener que trabajar con utensilios, técnicas u objetos susceptibles de ‘estallar o explotar’ bloquearon tanto a la modelo que, descentrada, sufrió un despiste en la prueba que resultaría letal para su continuidad en el programa: a la hora de coger los ingredientes necesarios para la preparación de las recetas, Laila olvidó el producto principal, la calabaza, pensando que disponía de él en mostrador de su cocina. Aun así, tras unos segundos de desconcierto e incredulidad, la concursante se esforzó por ‘tirar hacia adelante’ y, al menos, sacar tres recetas con ingredientes que sustituyeran la olvidada calabaza.
Su tesón y habilidades culinarias le llevaron a presentar grandes platos, demostrando capacidades frente al fogón superiores a otros concursantes (como la brasileña Silene, en la cuerda floja en esta prueba debido a un trabajo mal resuelto). Sin embargo, el esfuerzo no pudo verse recompensado; las normas del programa hacían muy difícil que Laila se salvara y, finalmente, fue quien debió colgar su delantal y decir adiós al talent, con el reconocimiento, eso sí, todos los jueces: "Tienes un gran mérito por haber sacado la prueba adelante. Solo me queda aplaudirte", le decía Pepe. "Eres un ejemplo. Me encanta tu actitud, cómo te dejas la piel, el cocinado... está todo muy rico", añadía Samatha. "La fuerza que has demostrado, el hecho de ponerte a pensar incluso después del bloqueo… aquí hay un buen trabajo, pero no te puedo valorar más, porque desgraciadamente el producto principal de esta prueba no está", le comentaba Jordi.
Una eliminación que Laila, aunque alicaída y algo decpecionada, tomó con gran elegancia y deportividad: "De MasterChef me llevo un experiencia maravillosa. Se la recomiendo a todo el mundo que le guste la cocina. A mí me ha servido para reafirmarme en que los sueños se hacen realidad", aseguraba la valenciana, visiblemente emocionada.
"Eras una de las claras ganadoras. Verte aquí por haberte olvidado un ingrediente en el supermercado me rompe el alma. Puedes estar muy contenta de tu paso por el programa", le animaba también de forma muy cariñosa Eva González. Un juicio que, sin duda, compartimos.
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