El enorme éxito cosechado el año pasado por el restaurante de cocina gallega ‘Alabaster’ (abrió en Madrid a principios de 2014 y pronto comenzaron a lloverle todo tipo de premios, convirtiéndose en uno de los restaurantes del año) no fue más que un ‘aviso’ de lo que estaba por llegar: una suerte de ‘invasión’ -maravillosa- de locales con sabor a Galicia, que en los últimos meses han abierto sus puertas en distintos barrios de la capital, para disfrute de todos esos amantes de una de las mejores gastronomías de España.
En esta misma sección de ‘planes gastro’ ya hacíamos mención hace escasas semanas a uno de esos locales (‘La Conservera’, espacio especializado en conservas ‘gourmet’ llegadas desde las Rías Gallegas’) que se suma a la cada vez más extensa lista de establecimientos con sello ‘galego’, tanto es su versión más clásica y tradicional como en su vertiente más ligada a la llamada ‘cocina fusión’. Una lista en la que figuran nombres como los de estos restaurantes que hoy queremos recomendarte:
‘ATLÁNTICO’: LO MEJOR DE LA COCINA GALLEGA, CON LA FIRMA DEL CHEF PEPE SOLLA
Al frente desde hace más de 15 años del restaurante ‘Casa Solla’ (Pontevedra, una estrella Michelin), Pepe Solla pertenece a esa ‘raza’ de chefs inquietos que no dejan de sumergirse en nuevos retos permanentemente. El último de ellos lleva el nombre de ‘Atlántico’ y se trata su nueva apuesta gastronómica en la capital. Una casa de comidas con una cocina sencilla, de gran calidad y precios más que ajustados, donde la materia prima (llegada directamente de Galicia) es protagonista absoluta. ‘Queríamos rescatar cosas que se habían perdido, una casa de comidas es magia, es sencillez, es un lugar donde lo que prevalece es el producto y el sabor, frente a un restaurante gastronómico que, además, tiene que sorprenderte’, aseguraba Solla hace unos días durante la presentación de su nuevo local, ubicado en plena calle Velázquez de Madrid.
Y si hay algo de lo que (a pesar de su todavía corta vida) pueden presumir ya en ‘Atlántico’ es precisamente de eso: de producto (productazo, deberíamos decir) y de sabor. Ambos van de la mano en una carta con propuestas tradicionales (pulpo; empanada; croquetas de marisco; huevos con cachelos asados y zorza; merluza de Celeiro; caldeirada; entrecot de vaca gallega; costillas de cerdo melosas con cachelos asados…) en la que tampoco faltan ciertas concesiones a otras culturas gastronómicas. Así lo demuestran delicias como la ‘Cacheira viajera’ o los sorprendentes ‘mejillones en curry verde’. Todo ello ‘regado’ 35 referencias de vino, de las que 20 son gallegas, y entre las que encontramos ‘pequeñas joyas’ elaboradas en bodegas de pequeña producción, cuidadosamente elegidas: Quinta da Muradella, Adega Algueira, Forjas del Salnés, etc.
Con capacidad para 50 comensales y una bonita decoración plagada de motivos marineros, el restaurante cuenta además con una barra donde es posible disfrutar de tapas, conservas gourmet o embutidos de la tierra como lacón o cecina. ¿Algún reclamo más? ¡Sí! Durante los fines de semana (a partir del 14 de noviembre) el local contará con la presencia de un pulpeiro que mostrará en directo los ‘secretos’ para la preparación de este manjar de los mares. Si estás en Madrid y sientes debilidad por la cocina gallega no pierdas de vista esta dirección, convertida ya en una de las aperturas ‘gastro’ más interesantes del otoño.
‘ATLANTIK CORNER’: GALICIA Y PORTUGAL EN EL PLATO
Del Barrio de Salamanca ponemos rumbo al Barrio de Las Letras para seguir surcando las aguas del océano Atlántico, en esta ocasión no sólo las que bañan las costas de Galicia, sino también las de Portugal. Y es que las cocinas de ambos territorios bailan a mismo son en ‘Atlantik Corner’.
Su alma máter, el bailarín portugués Nuno de Noronha, decidió un día hacer de su hobby, la cocina, su profesión. Para ello cursó estudios en el ‘Basque Culinary Center’ y, con la ayuda del chef gallego Carlos Núñez, por fin ha visto hecho realidad su sueño: un local cuya carta se inspira en las tascas tradicionales (no hay distinción entre entrantes, primeros y segundos, sino que todas las propuestas son platos que se pueden compartir) y donde predominan recetas de sabores gallegos y portugueses, con algún guiño a otras gastronomías. Así, en ‘Atlantik Corner’ lo mismo se puede disfrutar de un típico bacalhau à brás, que de una ensaladilla rusa a la manera gallega (con encurtidos y pulpo); unas vieiras a la brasa con picadillo de Lalín, o unas croquetas de zorza.
También hay platos de una sutil fusión como el chipirón salteado con papada ibérica crujiente (hecho a la gallega pero presentado sobre una tortilla de maíz mexicana); el carabinero de Galicia con cuscús marroquí; o la lubina atlántica, presentada en forma de tiradito. Galicia y Portugal ‘reinan’ también en la carta de vinos de este restaurante, dividido en distintos espacios: además del comedor y una zona lounge, cuenta también con una barra para picar algo de manera más informal. ¡Opciones para todos los gustos!
‘NAVAJA’: MUCHO MÁS QUE COCINA GALLEGA, MUCHO MÁS QUE ‘EL RESTAURANTE DE MODA’
Abierto el verano pasado en el animado barrio de Malasaña de la mano de dos amigos ‘gallegiños’ (Álex Álvarez y Libia Veiga), el nombre del restaurante ‘Navaja’ no tardó en correr como la pólvora entre los foodies de la capital. ¿Un gallego-peruano con influencias asiáticas?, ¿pero esto es posible?... Pues no sólo es posible, sino que la a priori osada combinación que proponen en este pequeño y desenfadado restaurante, funciona. ¡Y vaya si lo hace!
Una sorprendente y deliciosa fusión entre el mejor producto de Galicia y la cultura gastronómica de Perú (a su vez muy influenciada por las cocinas asiáticas) que se traduce en platos como las ‘Navajas nikkei’ (acompañadas con polvo de cacahuete, tapioca hidratada, habanero, jengibre encurtido, cebolla china ahumada y leche de tigre); las ‘Ostras da pedra’ (ostras gallegas al natural con mayonesa japonesa y salsa ponzu); o el ‘Tataki de atún’ (marinado en soja y pimientos de Padrón tostados, acompañado con bolas de causa limeña y mayonesa de chipotle); ¿Osado? Sí. ¿Delicioso? ¡también!
‘BICO’: BUEN CAFÉ, BUENA CERVEZA, ¡Y BESOS PARA TODOS!
Sin salir de Malasaña dirigimos ahora nuestros pasos hasta ‘Bico’ (beso en gallego), un encantador café que también abría sus puertas hace escasos meses, y cuya propuesta gastronómica está igualmente ligada a la fusión de culturas: de un lado Galicia (tierra de la que procede María Varela, el 50% de ‘Bico’) y de otro Venezuela, de donde es originario Luis Torrealba, la ‘otra mitad’ de este proyecto de restauración.
Ganador del premio al ‘Mejor Barista de la Comunidad de Madrid en 2015’ no es de extrañar que Torrealba cuide al detalle el servicio del café en ‘Bico’. Pero además del aroma de los granos recién molidos, aquí también se respira olor gallego. Por ejemplo el del pan que se sirve en los desayunos y meriendas; el de recetas como la ‘Bica de Trives’ (postre típico de la localidad A Pobra de Trives, en Orense), el de los vinos de Ribeiro que se pueden degustar por botella o copa, o el de la popular cerveza ‘Estrella Galicia'.
Una oferta informal y divertida en horario non-stop que se completa con opciones de picoteo (tostas, ensaladas, arepas, tortillas…) y donde no faltan alternativas para amantes de la cocina vegetariana.
‘ATRAPALLADA’: TRADICIÓN GALLEGA EN UN LOCAL RENOVADO
Terminamos en el madrileño Barrio de Acacias, y lo hacemos en ‘Atrapallada’. Un restaurante que, sin ser nuevo, sí que estrena reforma y da un paso adelante en su concepto de ‘cocina de mercado gallega’, tal y como la definen sus propietarios.
Aquí no hay fusiones culinarias, sino una carta de esencia puramente ‘galega’, basada en el producto. Así por ejemplo, los ‘tesoros’ llegados del mar Atlántico dan lugar a platos llenos de tradición como el pulpo con cachelos, los percebes, la merluza de pincho, vieiras a la gallega, almejas a la sartén… Tampoco faltan otras propuestas con sabor a Galicia como las croquetas de queso de Tetilla, el chuletón de vaca vieja gallega, la clásica tarta de Santiago o las irresistibles filloas, ideales para darse un capricho dulce. Porque un día es un día, ¡qué carallo!