Cuando un italiano observa el trato que muchas veces damos a un producto que en su país es prácticamente ‘religión’ se echan las manos a la cabeza. Algo así como cuando nosotros vemos las recetas a las que llaman paella fuera de nuestras fronteras (y, en algunos casos, incluso dentro)… Hoy hemos reunido algunos de esos errores frecuentes que cometemos cuando cocinamos pasta y pequeños tips para evitarlos.
SOBRECOCINAR LA PASTA
A los italianos que vienen a España suele llamarles la atención lo excesivamente blanda que comemos la pasta. Para ellos resulta importantísimo obtener ese punto ‘al dente’ que permite que la pasta esté cocida pero que aún conserve cierta resistencia al morderla (con una textura ligeramente firme). Un punto específico de cocción de debemos conseguir y que, en cada tipo de pasta, puede variar (la pasta seca suele ser entre 8 y 10 minutos y la fresca de 4 a 6). Por eso, resulta muy importante seguir las instrucciones del fabricante. Además, hay que tener en cuenta que si se va dejar que la pasta se cocine los últimos minutos en la salsa, su cocción en el agua deberá ser más corta.
ECHAR ACEITE EN EL AGUA DE COCCCIÓN
Aunque es un gesto muy extendido en España a la hora de cocer la pasta, en Italia no lo hacen. Pensamos que sumando un poco de ‘oro líquido’ conseguiremos que la pasta no se pegue entre sí. Sin embargo, no ocurre de este modo, ya que el aceite no se adhiere a la pasta sino que permanece en la superficie. Una práctica inútil con la que lo único que logramos es desperdiciar un producto que, además, no está como para andarse con derroches innecesarios.
AÑADIR LA SAL Y LA PASTA EN EL AGUA ANTES DE TIEMPO
Lo que sí debemos echar al agua es una porción de sal que deberemos sumar cuando el agua empiece hervir. Unos 10- 12 gramos de sal común por cada litro de agua estará bien, aunque dependerá también de los ingredientes que vayamos a usar (si empleamos productos que ya de por sí tienen un alto contenido de sal deberemos tenerlo en cuenta para que el resultado no sea excesivamente salado). Una vez la sal se haya disuelto y el empiece a hervir de nuevo el agua, sumaremos la pasta.
NO USAR EL RECIPIENTE ADECUADO
Cuántas veces nos parecía que la olla en la que hemos puesto a cocer la pasta era lo suficientemente grande y luego resulta que se quedaba pequeña. Esto ocurre especialmente con las pastas largas, en cuyo caso es imporante usar un recipiente con la altura suficiente para que la pasta quede bien cubierta y se cueza de manera uniforme.
PASAR LA LA PASTA BAJO EL GRIFO DE AGUA TRAS SU COCCIÓN
Gran error. Una vez cocida, la pasta no debe pasar por el grifo de agua; así solo conseguimos que pierda parte de su almidón y pierda esta textura tan sedosa y agradable que vuelve locos a los italianos… ¡y a cualquier amante de la buena pasta!
HACER ANTES LA PASTA QUE LA SALSA
La salsa siempre, siempre, siempre deberá ser quien espere a la pasta y no al revés. Una vez lista la salsa será cuando pongamos a cocer la pasta. Además, se suele olvidar que no toda salsa va igual de bien con según qué tipo de pasta. No es lo mismo una pasta larga y lisa, que otra corta y rugosa capaz de ‘atrapar’ mejor los ingredientes que la acompañan. Aquí os dábamos algunas pistas.
TIRAR POR EL FREGADERO EL AGUA DE COCCIÓN
Es interesante reservar, al menos, un parte. El motivo es si sumamos una parte (un cazo) de esa agua sobrante a la salsa, conseguiremos que ésta quede más ligada.
CALCULAR MAL LAS CANTIDADES
Cuando hacemos pasta es bastante habitual hacer más cantidad de la necesaria. Debemos recordar que, a diferencia de otras recetas (guisos en salsa, por ejemplo) la mejor forma de comer la pasta es siempre recién hecha. Así que es preferible calcular de forma que no sobre en exceso. Si se trata de pasta seca, sea larga o corta, podemos calcular unos 100 gramos por persona (50-70 en el caso de los niños). Si sumamos una salsa ligera se puede incrementar un poco; si la salsa es más contundente, mejor restar. Para las ensaladas, como son solo uno de los ingredientes, también es preferible ir ‘a la baja’. Y en cuanto a las sopas de pasta, con unos 40 gramos por persona será suficiente. En el caso de la pasta fresca se puede aumentar la ración (150 gramos por cada persona adulta).
COCER LA PASTA EN EL MICRO
Es cierto que el microondas es un grandísimo aliado de nuestra cocina, pero entre sus usos, no está el de cocer pasta. Se puede hacer, claro, pero la textura obtenida no será la que buscamos (esa cocción 'al dente' perfecta de la que hablábamos al principio). Además puede que, incluso, se altere su color. El tiempo que ganamos haciéndolo así es escaso y, en absoluto, compensa.
CONGELAR LA PASTA O TENERLA DEMASIADO EN LA NEVERA
Como ya hemos dicho, la mejor manera de disfrutar de un buen plato de pasta siempre será cuando ésta éste recién hecha. Aún así, si nos sobra, podremos conservarla en la nevera, siempre en recipientes bien cerrados herméticamente, pero no más de 2 días si es fresca, o 3-4 si es seca. Y es que la vida útil de la pasta cocida no es larga, su humedad hace que se deteriore rápido; su textura inicial se va perdiendo. En cuanto a la congelación, si podemos evitarlo mejor. Lo que sí podemos congelar es la salsa (por ejemplo, un ragú casero, etc), dividida en porciones, y tenerla siempre disponible para cuando nos apetezca.
ECHAR NATA A LA CARBONARA
Si hablamos ya de errores relacionados con recetas concretas de pasta, la cosa da para mucho, y quizá podamos abordarlo en otro artículo. Pero no queremos resistirnos hoy a recordar el que, quizá, es uno de los más recurrentes en nuetro país -y que pone los pelos de punta a los italianos-. La pasta carbonara elaborada con nata. Y es que este ingrediente no forma parte, en realidad, de la receta original, solo a base de la pasta, huevo, guanciale, queso, sal y pimienta.