Que las semillas son un posible alimento a tener en cuenta a la hora de conformar nuestros menús del día a día de cara a llevar una alimentación saludable es algo que, más o menos, ya todos sabemos. Aunque depende de cada variedad concreta, en general, suelen ser fuente de fibra, minerales, grasas ‘buenas’, proteína vegetal…
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Tampoco, eso sí, hay que volverse locos y hablar de ‘superlimentos’ (ninguno lo es por sí mismo), dado que, además, la cantidad de aporte nutricional que ingerimos es muy pequeña.
Lo que sí es importante para poder beneficiarnos de todas sus propiedades es saber cómo consumirlas: las que son más grandes, como por ejemplo, las de girasol o calabaza, podemos añadirlas directamente a nuestras preparaciones, porque tenemos la capacidad de masticarlas.
Sin embargo, las que son más pequeñitas, como la chía, el lino, el sésamo… es preferible 'tratarlas' previamente. Para ello hay dos opciones: o bien molerlas (con un molinillo específico; también valdría, por ejemplo, uno de café) y luego espolvorear el resultado en nuestras recetas: ensaladas, pokes, tostadas y bols de desayuno, cremas de verduras…
O bien, remojarlas en agua. En este caso aparece otro de sus beneficios, especialmente interesante. Y es que, cuando tratamos de llenar el carrito de la compra con alimentos ricos en nutrientes muy saciantes y que nos ayuden a controlar el apetito, muchas veces nos olvidamos de las semillas. ¿Por qué no deberíamos descartarlas como estrategia en este sentido?
Cuando hidratamos semillas como el lino o la chía (ya sea en agua, en yogur, en leche, en una bebida vegetal...), estas adoptan un aspecto gelatinoso debido al mucílago presente en su composición, aumentando en gran medida su volumen.
Si ingerimos así estas semillas en nuestras recetas (en el caso de la chía, son por ejemplo, muy populares los puddings) ocuparán ‘mucho espacio’ en el estómago, de forma que tendremos gran sensación de saciedad de forma saludable.
Respecto a los tiempos, en el caso de la chía, con 30 minutos es suficiente, aunque puedes dejarla en la nevera toda la noche. Y en el caso del lino, requerirá un tiempo de remojo de 6-8 horas.
¿Y QUÉ OCURRE SI NO MUELO NI HIDRATO LAS SEMILLAS?
Como decíamos, en el caso de las que tienen un mayor tamaño y podemos masticar, no hay problema. Pero en el caso de las más pequeñas, si no las molemos o las hidratamos pasarán por el intestino sin efecto alguno (de la misma manera que entran por la boca, las expulsaremos en las deposiciones).
Así pues, si te gusta introducirlas en tus menús, ya sabes: mejor previamente molidas (muchas veces las encontramos ya 'en polvo' en el mercado, aunque lo ideal es hacerlo en casa para que no pierdan sus propiedades) o, si no, hidratadas. De esta forma, además de beneficiarnos de sus nutrientes, obtendremos una gran sensación de saciedad.