Los diferentes fraudes en el contenido de una botella son un tema que resulta todo un tabú en el mundo del vino, muchas veces en estas situaciones se impone cierta omertá en el sector, pero pensad que si existen falsificaciones en las industrias de la moda, el arte o de básicamente cualquier objeto susceptible de ser falsificado, por fuerza deben darse en un artículo que puede llegar a alcanzar precios considerables siendo tan estéticamente fácil de reproducir.
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Una botella se compone del vidrio en sí, de una etiqueta y de un cierre, normalmente corcho, con su correspondiente cápsula o lacre. No hay más.
En este vector, el del continente, lo más complicado puede ser la etiqueta dependiendo de la marca a reproducir, las hay hasta que contienen tecnología anti-falsificación, numeración de botella u otras particularidades que hace que la propia bodega no tarde ni cinco minutos en detectarlas, pero es que el objetivo del falsificador no es engañar al productor si no al consumidor final que no dispone de esas herramientas.
Rudy Kurniawan fue arrestado en 2012 y condenado a 10 años de prisión.
Famosísimo en ese sentido, siendo el caso de más entidad hasta la fecha, es el protagonizado por el indonesio Rudy Kurniawan e inmortalizado en el increíble documental “Sour Grapes” (no os lo podéis perder).
Kurniawan, cual Gran Gatsby, irrumpió de la nada en la sociedad californiana, primero invitando, luego vendiendo, referencias históricas de clase mundial cuyo coste muchas veces se iba a miles de dólares, hasta que se descubrió que eran vinos falsos.
Fue condenado a 10 años de cárcel, entró en 2013 y actualmente, desde 2021, parece que reside en Indonesia dado que al menos ahí es donde fue deportado.
Aun así, el halo de misterio no ha desaparecido ya que su estructura de falsificación era extrañamente rudimentaria, lo hacía todo en su domicilio con medios caseros, y más si tenemos en cuenta la cantidad de vino que llegó a colocar en las mejores casas de subastas: 30 millones de euros.
Etiquetas de vino utilizadas como evidencia en el juicio contra el comerciante de vino Rudy Kurniawan se exhiben en la Corte Federal el 19 de diciembre de 2013 en Nueva York.
Eso son muchas falsificaciones.
Lo que sí está claro es que tampoco han acabado las consecuencias de este caso, en 2016 se estimó que hay 10.000 botellas falsificadas por Kurniawan pendientes de aflorar. No sabemos si por un concepto de vergüenza mal entendida por las víctimas al no querer reconocer que les han estafado o por todo lo contrario: intentar colocarlas a un tercero.
Algo más cerca se nos presenta uno de los casos españoles más famosos y de mayor importe que desmanteló, a través de la denuncia de una de las bodegas afectadas, la guardia civil en el marco de la operación Tag.
Aquí el objetivo de la trama eran tintos españoles de prestigio internacional como Pingus y Vega Sicilia, de los que se pudo constatar que se vendieron más de 1.500 botellas irregulares en un periodo de cuatro años que van del 2014 al 2018, obteniendo un beneficio cercano al millón y medio de euros.
Esta organización vendía las botellas en sus propios restaurantes y en una web propia a tal efecto de subastas de grandes vinos.
Cartel del documental Sour Grapes -disponible en Amazon Prime- que narra el fascinante caso de fraude en torno al mundo del vino y del estafador que engañó a millones de inversores.
Sin duda, a pesar de que el montante del delito es mucho menor que en el anterior, el sistema era mucho más sofisticado dado que hasta realizaban catas con expertos que iban de buena fe, desconociendo el uso real que iban a dar de su conocimiento, consistentes en probar el vino objeto de la falsificación junto a otros más baratos para ver cuales se asemejaban más.
Porque ese es el gran problema a la hora de detectar falsificaciones, no creáis que una botella de un vino de 4.000 euros se rellena con una de 4 euros, no. Muchas veces el vino utilizado es también de gran calidad, siempre mucho más barato, pero también muy bueno.
Tanto por falta de conocimientos de la víctima, por contexto (nunca esperamos que un restaurante de nivel nos sirva un vino falso), o por bien ejecutado dando el cambiazo por una referencia de estilo muy parecido, es muy difícil desenmascarar a estas botellas, de hecho, tanto Kurniawan como los inculpados en la Operación Tag no levantaron sospechas por el líquido de relleno si no por falsificar vinos de añadas imposibles o de producciones limitadísimas.
El fallo siempre fue ajeno al contenido.
Por tanto ¿Qué podemos hacer? Pues como no podemos caer tampoco en alarmismos ni paranoias exageradas, lo suyo es que cuando queráis comprar una botella de este porte, vamos a poner de más de 300 euros, acudáis a tiendas de reconocido prestigio y trayectoria, desconfiad de particulares o páginas de internet sospechosas y, siempre que tengáis dudas, escribid a las bodegas para que os ayuden, ellas estarán encantadas de verificar que lo que compráis es suyo o de ponerles sobre la pista de botellas raras.
Y nada, por cerrar de una manera, aún más, útil os dejo 3 recomendaciones de vinos que nadie falsificará por la relativa rentabilidad que obtendrían, tienen un precio de venta de menos de 30 euros, y enorme dificultad que presentan dada la singularidad de los mismos:
Vins de la Memòria, Pólvora, 2021, DO Conca de Barberá. 19,90 euros.
Estamos ante una de las Trepat, variedad recientemente puesta en valor en la Conca de Barberá, más difíciles de imitar, ya que su aroma y sabor tienen un punto volcánico, de ahí el nombre del vino, creedme, huele a eso. No os preocupéis que luego en la boca sí aparece su expresión frutal, resultando de lo más fluido, fresco y fácil de beber.
Toda una experiencia este tinto.
Verónica Ortega, La Llorona, 2021, DO Bierzo. 27,70 euros.
Ya copiar la etiqueta de esta referencia sería todo un reto, aun así, es casi lo más asequible de emular ya que yo conozco pocas Godello, la variedad blanca cuya popularidad entre los menos iniciados más está subiendo, con este perfil.
Afilada pero densa, muy sabrosa.
Perfecta para beber mientras leemos la fantasmagórica leyenda a la que le debe el nombre.
Suertes del Marqués, Cruz Santa, 2020, DO Valle de la Orotava. 29,95 euros.
Si antes nos encontrábamos vulcanismo en Tarragona, ahora vamos con el vino menos volcánico de la bodega más volcánica de España: Suertes del Marqués.
Si la gama de vinos de esta bodega de culto se compone de diferentes evocaciones de la tierra tinerfeña, en Cruz Santa (que no Santa Cruz) vamos a su perfil más frutal y accesible sin que ello suponga una falta de complejidad.Si alguien lo quiere falsificar mejor que antes lo pruebe, no creo que quiera seguir con el plan.