Menos de 5 gramos por adulto y día. O lo que viene a ser una cucharadita pequeña. Es la recomendación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece en relación al consumo de sal. El problema, lo sabemos, es que esa recomendación se ve muchas veces ampliamente superada por la población (en España, la cifra casi se duplica). Es ese exceso, y no el consumo en sí mismo, el que trae importantes consecuencias perjudiciales para el organismo: la relación entre ingesta excesiva de sal y enfermedades cardiovasculares está de sobra demostrada. Nada nuevo bajo el sol. Y aún así… ¡cuánto nos cuesta muchas veces hacer caso a las autoridades sanitarias!
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La sal 'escondida' en muchos alimentos que compramos es mucho más relevante que la que procede el salero en términos globales de ingesta diaria
Pero queremos intentarlo. Queremos adoptar buenos hábitos de alimentación y reducir la presencia de sal en nuestros menús. Aquí, claro (no hay milagros) una de las claves será ir acostumbrando el paladar, poco a poco, a sabores menos salados. Pero también resulta muy importante (¡vital!) mirar en la dirección adecuada…
MENOS ANTECIÓN AL SALERO, MUCHA MÁS A LA CESTA DE LA COMPRA
Es curioso cómo, en nuestro imaginario, relacionamos el consumo de sal al salero. Es decir, a la cantidad de esta sustancia que añadimos a nuestras recetas cuando cocinamos. Sin embargo, lo cierto es que ese porcentaje se estima solo entre el 15%y 20% del total de sal ingerida. El verdadero problema es la sal ‘escondida’ en muchos de los alimentos que compramos: embutidos, fiambres, quesos, salsas y sopas preparadas… productos precocinados que son verdaderas ‘bombas de sal’ y que disparan esos niveles recomendados. Así pues, uno de los grandes consejos para evitarlo pasa, sin duda, por prestar menos atención al salero y ser mucho más precavidos y conscientes en relación al tipo de alimentos con los que llenamos el carrito de la compra.
El contenido de sal de un alimento no será excesivo si no supera el gramo de esta sustancia por cada 100 gramos de producto (tal y como ocurre en el caso de las lentejas de bote que presentan la etiqueta que vemos aquí arriba)
CANTIDAD DE SAL: CÓMO LEER LAS ETIQUETAS
Cuando estamos en el supermercado no parece difícil identificar ciertos productos como ‘enemigos’ de una alimentación baja en sal; a nadie se le escapa, por ejemplo, que el jamón, unas salchichas, o unas hamburguesas ultraprocesadas, seguramente no van a ser los mejores ‘aliados’ en este sentido. Pero, incluso en los productos más aparentemente 'inofensivos’ en este sentido, podemos encontrar sorpresas. Así pues, nada más recomendable que tomarnos unos segundos para echar un vistazo a las etiquetas. ¿El consejo a seguir según el Ministerio de Sanidad? Si un alimento tiene más de un gramo de sal por cada 100 gramos de producto ya se considera un nivel elevado.
Si, en lugar de sal, nos encontramos con la cantidad de sodio, resulta muy sencillo hacer la equivalencia. Tan solo tendremos que multiplicar esa cifra por 2,5. Por ejemplo: si la etiqueta de un alimento nos dice que contiene 0,8 gramos de sodio por cada 100 gramos de producto, deberemos multiplicar 0,8 por 2,5, lo que nos da un valor de 2. Ese producto tendrá 2 gramos de sal por cada 100 gramos de producto.
Echar un ojo a las etiquetas siempre resulta aconsejable a la hora de hacer buenas elecciones en el supermercado
VIEJAS ESTRATEGIAS QUE FUNCIONAN
Como vemos, aunque requiera algo de tiempo, leer las etiquetas de los alimentos cuando hacemos la compra siempre resulta de gran ayuda para hacer buenas elecciones. No obstante, nunca está de más recordar que, en realidad, los mejores productos por lo que podemos optar son esos que no tienen etiquetas: frutas y verduras frescas, cereales integrales, legumbres, pescados frescos…
También puede resultar interesante ‘recuperar’ esas recomendaciones que, no por manidas, son menos eficaces a la hora de reducir la sal… siempre hemos escuchado, por ejemplo, cómo el uso de especias como ‘sustituto’ de la sal es una gran estrategia para ‘engañar’ al paladar y que nuestras recetas sigan siendo muy sabrosas: albahaca, tomillo, pimentón, orégano, curry… Las posibilidades aquí son prácticamente infinitas, así que no dudes en apostar por este tipo de aderezos porque, realmente, pueden ser de gran ayuda en tu objetivo.
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