Quizá su nombre no tenga el glamour de productos como la espirulina, el té matcha, la chía, la cúrcuma… Y, sin embargo... ¡pocos ingredientes de la cesta de la compra tan interesantes como el humilde garbanzo! Pequeño en tamaño, sus ventajas son, sin embargo, inmensas a distintos niveles: en el terreno medioambiental, estamos ante un alimento cuyo modelo de producción es mucho más sostenible (término de tendencia absoluta en el sector gastro) que la proteína animal. En el ámbito de la nutrición, los garbanzos son una de mejores proteínas de origen vegetal que podemos consumir, además de buena fuente de fibra y muy saciantes (por lo que nos ayudan a controlar el apetito).
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Pero es que los garbanzos resultan, asimismo, muy asequibles para prácticamente cualquier bolsillo, nos ofrecen una versatilidad en cocina extraordinaria y, si además los empleamos en formato de conserva, nos facilitan mucho la vida a la hora de preparar recetas exprés. El abanico es realmente amplio en este sentido: desde los deliciosos hummus, a platos de cuchara que puedes tener listos en un abrir y cerrar de ojos, hasta las más variadas ensaladas, pero también aperitivos de lo más saludables, ricos y fáciles de preparar. Es el caso de este snack muy healthy que hoy os vamos a enseñar a elaborar, perfecto como alternativa a las clásicas patatas fritas de bolsa o los frutos secos fritos y salados tan comunes a la hora del aperitivo.
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Verás que, en realidad, necesitas muy pocos ingredientes, más allá de un bote de garbanzos y unas cuantas especias al gusto. Y es que se trata de una receta que puedes personalizar, dado que admite distintas versiones. Estos son los pasos básicos a seguir y, a partir de ahí, tu imaginación (y tu paladar) manda.
Recuerda lavar bien los garbanzos para retirar su agua de conserva
- Lo primero que deberemos hacer es lavar bien bajo el grifo los garbanzos, dispuestos en un escurridor amplio, para retirar el agua de conserva. Esto no significa que ese líquido, conocido también como aquafaba, deba ser siempre desechable (su consumo es totalmente seguro y, de hecho, en la cocina vegana, por ejemplo, se utiliza muchas veces como sustituto del huevo). Simplemente, que en esta receta nos interesa despojar al garbanzo de esa textura más viscosa que aporta el líquido.
- Una vez escurridos, puedes colocarlos sobre un papel de cocina absorbente, y secarlos bien con ayuda de otro pedazo de papel de cocina, presionando suavemente por encima.
- Vertemos los garbanzos ya secos en un recipiente, y ahora llega el momento de especiarlos al gusto. Una propuesta puede ser salpimentar con una piza de sal y pimienta negra recién molida; añadir una cucharada de pimentón, una de ajo en polvo, una de cebolla en polvo, terminar con un chorrito de buen aceite de oliva virgen extra y mezclar todo bien. Pero, como decimos, aquí puedes utilizar especias y/o hierbas de tu gusto: un poco de curry en polvo, un poco de comino, semillas…
Crujientes y deliciosos, así quedan los garbanzos al horno
- Una vez mezclado todo bien, sobre una rejilla de horno coloca un papel sulfurizado y, sobre él, extiende bien los garbanzos. Cubre con otro rectángulo de papel de horno.
- Mete la bandeja en el horno y hornea durante unos 25-30 minutos a unos 200 grados (con la función ventilador). Deben quedar con una textura crujiente pero, ¡cuidado que no se quemen!
- Retíralos del horno, viértelos en un bowl de aperitivo… ¡y a disfrutar!
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