Es raro dar con una cocina cuya despensa no cuente con un limón del que echar mano en un momento dado. La versatilidad de este maravilloso cítrico, del que además podemos disponer todo el año, es tan amplia que lo mismo podemos emplearlo para elaborar infinidad de aliños y salsas, que dar un rico contraste de acidez a muchas recetas de pescado, aromatizar una bebida… sin olvidar, claro, su gran relevancia como ingrediente top en el mundo de la repostería (¿quién puede resistirse a un bizcocho o una tarta de limón, por poner solo un par de ejemplos clásicos?).
Las maneras de aprovechar bien un limón son infinitas, y no solo hablamos de su pulpa, sino también de su piel, incluso de sus hojas (protagonistas de postres tan icónicos como los famosos paparajotes murcianos).
A continuación, os damos algunas ideas, quizá menos comunes, pero que nos dan resultados muy sabrosos, para que saques a tus limones el máximo partido.
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Salmuera de limón (o limones encurtidos)
Tienes unos limones que, por el motivo que sea, no vas a poder consumir en un periodo breve de tiempo, pero no quieres tirarlos a la basura. Una solución estupenda puede ser encurtirlos en salmuera. Pasadas unas semanas, tendrás un limones cuya cáscara se habrá convertido en un ingrediente increíble para aromatizar sopas, ensaladas, salsas para pasta, platos de carne o pescado, etc.
¿Cómo preparar la salmuera?
Haz unos cortes en cada limón en forma de cruz en el centro, pero sin llegar a la base. Pon una cucharada de sal dentro. Introduce los limones en un tarro de conservas y rellénalo con agua caliente. Déjalo macerar durante cuatro semanas en lugar seco y oscuro… y ¡listo!
Cáscaras deshidratadas
Secar la cáscara de limón es otra buena forma de conservar y concentrar su sabor. Antes de exprimir su jugo, usamos un pelador para quitar las cáscaras, luego las secamos a temperatura ambiente o bien en el horno (aprovechando el calor residual si lo hemos utilizado previamente), o si disponemos de él, en un deshidratador. Son perfectas como sustituto de la típica rodaja de limón fresco en el té (su concentración de sabor aporta un toque más intenso a limón), también para aromatizar otras bebidas y cócteles. ¡Tú eliges!
Azúcar de limón
La piel del limón se suele usar en repostería (uno de los ejemplos más recientes donde lo hemos visto ha sido en estas irresistibles torrijas de Semana Santa que nos enseñaron a preparar desde el catering Isabel Maestre). Pero tiene muchas más aplicaciones, por ejemplo, preparar un azúcar de limón, que nos ayudará a endulzar alguna bebida, pero otorgándole además un rico toque cítrico y refrescante.
Para elaborarla necesitarás: 90 gramos de azúcar por 6 gramos de ralladura de limón. Se mezcla la piel rallada de limón con el azúcar, luego se extiende el azúcar de limón en una bandeja y se deja secar a temperatura ambiente. Una vez seco, ya lo podemos usar como prefiramos.
Hielos de limón
Hay ocasiones en las que necesitamos ralladura para una receta, pero... ¿qué hacemos con el resto de este cítrico? Después de rallar la cáscara, exprime el jugo de limón y guárdalo en una bandeja de cubitos de hielo. Así tendrás hielo de limón perfecto para refrescar tus bebidas.
Piel de limón confitada
Las cortezas confitadas de limón son una verdadera golosina, ideales también para decorar algunos postres.
Para elaborarlas, primero deberás lavar los limones, secarlos, y cortar la piel en tiras. Ponerlas a hervir en un cazo con agua un par de minutos. Cuela el agua y vuelve a repetir el proceso otras dos veces (esto es para eliminar el amargor de la piel de limón).
Prepara un almíbar en un cazo, poniendo la misma cantidad de azúcar y agua e incorpora las tiras de limón en el almíbar y deja se impregnen bien en él. Cocina a fuego medio durante unos minutos hasta que las cáscaras tengan un aspecto brillante. Por último, retirar las tiras y dejar secar sobre una rejilla o sobre papel de horno.
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