Tenemos más información que nunca; un pequeño gesto en el teléfono móvil y prácticamente el mundo entero se asoma a nuestra pantalla en cuestión de segundos… El problema es que, a veces, ese exceso de información resulta contraproducente y lo único que conseguimos es perdernos en un mar de datos. ¿Cómo separar el grano de la paja?, ¿qué es fiable y qué no lo es?...
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Si todo lo que leemos fuera cierto no tendríamos que vernos a veces en situaciones indeseadas como ésta en la que hoy queremos detenernos. Seguro que te suena: estás de vacaciones, es tu primera vez en ese destino, tras algunas consultas en internet y redes sociales, eliges un restaurante de la zona para disfrutar de una agradable comida o cena con los tuyos, y finalmente… decepción: una cuenta más elevada de lo esperado, una cocina desastrosa que, en absoluto cubre tus expectativas, un servicio deficiente…
Es cierto que no hay una fórmula infalible que nos asegure al 100% el éxito cuando elegimos un establecimiento para comer fuera en vacaciones. Pero sí que hay ciertas claves que podemos tener en cuenta. Así que, en un verano en el que, además, hay más ganas que nunca de salir y disfrutar alrededor de una mesa en buena compañía (siempre, por supuesto, siguiendo las normas sanitarias vigentes), nunca está de más recordar esas pistas y tenerlas presentes antes de hacer una reserva.
La ubicación no define la calidad
A veces nos dejamos llevar por esa inercia que parece vincular buena ubicación y calidad. Así si, por ejemplo, un restaurante está en una preciosa azotea de un hotel, a pie de playa, o en plena avenida principal de la ciudad, es como si su cocina debiera ser buena per se. Y, lo cierto, es que no siempre es así. Ni mucho menos. Por supuesto que hay restaurantes en ubicaciones privilegiadas donde se come maravillosamente bien. Pero también conviene recordar que hay sitios que solo viven de eso; de estar situados en lugares magníficos, pero cuya propuesta 'gastro' es muy corriente -cuando no directamente mala- y, además, se cobra a precios desorbitados (el alquiler de estos lugares seguramente es más elevado y por ello recargan los precios).
Opiniones online: sí, pero con cautela
Los sitios web donde los viajeros escriben sus opiniones y valoraciones sobre los distintos restaurantes (Tripadvisor, las propias reseñas de Google, etc) pueden ser muy útiles. Pero, cuidado, porque en algunos casos estas valoraciones pueden no ser del todo desinteresadas. No es fácil detectarlas, pero sí hay algunos indicios. Por ejemplo, siempre que veamos una opinión de un usuario en cuyo perfil se refleje que únicamente ha publicado dicha valoración –y encima es muy positiva- hay probabilidades de que ésta se haya escrito con el único objetivo de mejorar la reputación del lugar. O al contrario: una opinión muy negativa, que lo único que pretende es hacer daño (de hecho, en ocasiones, su autor ni ha pisado el local). ¿Lo aconsejable? seguir ‘buceando’ en busca de impresiones alternativas para contrastar, y confiar especialmente en usuarios de relevancia en los websites de opiniones (aquellos que publican valoraciones con frecuencia).
Leer más: Y tú, ¿a quién pides consejo para reservar en un restaurante?
Además, es necesario tener presente el momento en que se ha realizado la visita reseñada o recomendada y su contexto (no es lo mismo, por ejemplo, la época prepandemia, que en muchos momentos de la crisis sanitaria del Covid, donde muchos locales solo podían funcionar ‘a medio gas’, etc). Además, puede darse la situación que ese local haya cambiado de propiedad, y con él la calidad de su cocina.
En cuanto a los restaurantes recomendados por influencers en redes sociales, también hay que tener cierta cautela: algunos son realmente buenos, y recomiendan con mucho criterio, pero no podemos obviar que, en algunas ocasiones, se trata de recomendaciones interesadas (colaboraciones pagadas, etc).
Webs y apps de guías gastronómicas: buenos aliados
Las páginas web y apps de las grandes guías gastronómicas pueden servirnos también como referencia. Y es que, además de grandes restaurantes, también suelen contar con apartados donde incluyen recomendaciones de restaurantes más económicos pero con una calidad contrastada. Esto es, locales, cuya calidad-precio resulta interesante. Por ejemplo, la Guía Michelin, además de incluir sus listados de restaurantes con una, dos y tres estrellas respectivamente, también cuentan con otras dos categorías: ‘Bib Gourmand’ (otorgada a locales que sirven ‘una cocina de calidad a precios contenidos’). y ‘El Plato Michelin’ (que identifica ‘una cocina con garantía de calidad’). Caso similiar es el de la Guía Repsol que, además de sus famosos Soles -uno, dos o tres, según el caso- acaba de estrenar una nueva distinción: los llamados ‘Soletes’, nombre bajo el que se agrupan decenas y decenas de locales de toda España, asequibles e igualmente recomendables.
Cuidado con las ‘fotografías-reclamo’
No siempre es posible, pero siempre que tengamos ocasión, es aconsejable pasarnos antes por el restaurante, ya sea por la terraza o por la barra, y echar un vistazo a los platos. Muchas veces poco o nada tiene que ver su aspecto con lo que hemos podido ver previamente en sus páginas web o redes sociales (hay fotos muy apetecibles que, a veces, no se corresponden con lo que después aparece en la mesa).
La especialización de la cocina, pista interesante
Si nos apetece una buena paella busquemos un establecimiento que tenga como referencia esta receta; si queremos un buen asado, busquemos un restaurante con este plato como estandarte. A veces los turistas son proclives a buscar establecimientos de ‘todo un poco’, y es importante destacar que este tipo de locales –especialmente presentes en la costa española- difícilmente mantendrán la calidad en la totalidad de la carta cuando maneja diferentes estilos de cocina. Pensemos previamente qué nos apetece y busquemos un lugar adecuado para solicitar ese plato o estilo que queremos degustar.
Buena cocina + ubicación + servicio: una fórmula que debe pagarse
Los viajeros que eligen la costa como destino tienen claro que una actividad obligada es la comida o cena junto al mar. Se puede escoger un discreto chiringuito donde degustar las típicas tapas o comida informal, pero es necesario que las expectativas se ajusten a la realidad: son establecimientos económicos, eventuales y con personal temporal, por lo que habrá un reflejo de ello en el servicio. Por otro lado, un servicio costero profesional y eficiente, lógicamente, hará que la cuenta aumente. Este tipo de establecimientos ofrecen una buena gastronomía en un entorno privilegiado con un servicio acorde a estas premisas. En resumen, hay oferta y variedad para ambas experiencias, pero tengamos claro que la calidad de la cocina y un buen servicio se paga, y al lado del mar, más aún.
Apostar por la cocina local, gran alternativa
Es aconsejable aprovechar las vacaciones para entrar en contacto con la cultura gastronómica autóctona y salir de la rutina alimentaria que el trabajo impone el resto del año. La cocina local es la fortaleza de la mayoría de los establecimientos de las zonas turísticas. Además, este tipo de locales suelen reclutar como personal de apoyo cocineros y cocineras locales, por lo que la elaboración de platos tradicionales se refuerza y encontraremos algo muy valorado: producto fresco de proximidad. ¿Qué sentido tiene irse, por ejemplo, a Menorca y pedir una hamburguesa con patatas si podemos probar una rica y típica caldereta de langosta, o estar en Alicante y no disfrutar con uno de sus famosos arroces…?
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