Cuando las temperaturas empiezan a subir, las ensaladas se convierten en 'reinas' de las mesas (con permiso de los gazpachos, las cremas frías...). Perfectas para ayudarnos a combatir el calor, su elaboración no suele entrañar grandes dificultades. Además, pocos platos tan versátiles como éste: existen prácticamente tantas ensaladas como cocineros las preparen.
La mejor será siempre, por supuesto, la que más guste a cada cual (aquello de ‘para gustos…’). Sin embargo, sí que hay una serie de pautas genéricas que pueden ayudarnos a que nuestras ensaladas ganen en calidad. O, dicho de otro modo, una serie de errores bastante comunes que es preferible evitar si queremos conseguir buenos resultados. Estos son algunos de los más habituales:
Caer en la monotonía
Intenta pensar en un tipo de receta que acepte tantos ingredientes y tan dispares como una ensalada. Ciertamente, no hay muchos. Siendo así, ¿por qué la mayor parte de las veces terminas preparando la misma ‘versión’ de ensalada? No debes dudar en dar rienda suelta a tu imaginación a la hora de probar distintas combinaciones y texturas: una día ensalada de pasta, otro de legumbres, o de arroz, o de cuscús, o de quinoa… Un día, una ensalada fría, otro día templada… Prueba también con distintas variedades de tus ingredientes favoritos y combínalas. Hoy en día tenemos a nuestro alcance, por ejemplo, un gran número de verduras de hoja verde. Resulta muy interesante combinar varias en una misma ensalada, ya que cada una aporta un sabor, textura y nutrientes diferentes. Las hay dulces y suaves como la lechuga Boston. También están las crujientes, como la Romana o la Orejona; verduras amargas, como la endibia, espinaca, radicchio o la escarola; o las especiadas, como la rúcula o los berros.
Aliños ‘aburridos’
También en este terreno resulta muy estimulante para el paladar salir del clásico ‘aceite, vinagre y sal’. Hay infinidad de productos que pueden dar lugar a interesantes aliños: hierbas aromáticas, mostaza, ralladura de limón o de naranja, frutos secos muy picaditos, miel, yogur natural si queremos un aliño más cremoso… Recuerda siempre, eso sí, que la intensidad del sabor de la vinagreta o de la salsa usada debe realzar el sabor de los ingredientes, no opacarlos. Si aún así optas por la vinagreta clásica, recuerda que la proporción debe ser tres partes de aceite de oliva por una de vinagre y una pizca de sal.
El orden de los factores altera el producto
Un error común es no tener en cuenta el orden correcto si vamos a aliñar la ensalada de forma tradicional. ¿El más indicado? Primero la sal (penetra con facilidad en los ingredientes), después el vinagre (que ayudará a disolver los restos de sal sobrantes) y, por último, el aceite. Si añadimos éste al principio, la película que forma evitará que la sal y el vinagre penetren bien en los ingredientes.
'Vida' más allá del vinagre
Recuerda que lo puedes sustituir por zumo de limón o lima. Estos también aportan acidez pero, además, otras propiedades como vitamina C, antioxidantes, etc. Si finalmente optas por el vinagre y quieres apostar por uno un poco premium, recuerda que, siempre será mucho mejor un buen vinagre de Jerez que uno del Módena 'falso' (los auténticos son magníficos, pero bastante caros, y lo que encontramos la mayor parte de veces en España en los mercados son sucedáneos).
Salsas, mejor caseras
Los aliños para ensalada que vienen ya preparados en el mercado suelen contar con altos niveles de sal, azúcares, grasas de mala calidad, que no nos interesan a nivel nutricional. Así que trata, en la medida de lo posible, de preparar tus propios aliños caseros y salsas caseras.
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A cada ensalada, su aliño
El aderezo es tan importante como la ensalada misma, por ello éste debe ser elegido cuidadosamente; esto es, si, por ejemplo, lleva quesos fuertes, el aderezo debe ser intenso también (si no, su sabor se perderá). Si lleva frutas, es preferible que el aderezo sea más ligero. Para las ensaladas de pescado va bien, por ejemplo, que el toque ácido lo aporten cítricos, con hierbas aromáticas como estragón o cebollino… No obstante, como decimos, el gusto personal será el que finalmente prevalezca.
Aliñar antes de tiempo
La ensalada se adereza justo en el momento de servir. Si no, el aliño estropearía la tersura y textura de los vegetales, sobre todo si se trata de hojas ‘tiernas’ (brotes, etc…). Si se trata de ensaladas de arroz, pasta, cuscús… estos elementos quedarán reblandecidos con un aliño servido antes de tiempo. Esto es imporante, por ejemplo, cuando vamos a comer a fuera, por ejemplo a la playa, a pasar un día de picnic, y metemos una ensalada en la cesta. Será mejor llevar el aliño en un botecito aparte y añadirlo justo antes de servir.
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