La comida nos entra por los ojos. Un plato bien presentado siempre será más apetecible y atractivo y nos predispondrá a disfrutarlo con todos los sentidos. Por ese motivo la presentación de nuestros menús es de gran importancia y sobre todo de cara a nuestros invitados y más en una celebración tan especial como es la Navidad donde debemos cuidar mucho los detalles y que nuestra mesa luzca lo mejor y más bonita posible.
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Hacer que nuestros platos parezcan lo más deliciosos posible y darles un aire de ‘restaurante’ es más fácil de lo que piensas. Y para eso, estamos nosotros pues en ¡HOLA! Cocina es un aspecto que nos gusta cuidar mucho y más en estas fechas navideñas, en las que la decoración -en todos los sentidos y también en la mesa- es esencial.
Por eso queremos darte una serie de consejos y trucos para que saques todo tu potencial y demuestres en casa que, además de ser un artista en la cocina, también tienes muy en cuenta la apariencia de todo lo que sirves. Con sencillos ‘tips’ darás un toque final a tus platos que dejarán a todos con la boca abierta y alabarán tu buen gusto.
Utilizar unos platos blancos y lisos o con algún detalle en el borde, te permitirá recrearte más con algún detalle navideño decorativo de color en la mesa. El estilo rústico es tendencia este 2021.
1. Los platos
En celebraciones especiales siempre tendemos a sacar nuestra mejor vajilla pero quizás no sea esa elección la más acertada. Si quieres que la comida luzca como es debido, nuestro consejo es huir de platos estampados o con colores muy estridentes ya que pueden restar protagonismo a lo verdaderamente importante, que es la comida.
Un plato con detalles sencillos en los bordes puede valer o que solo tenga un color discreto -la porcelana es clásica pero también el material más 'noble' en este sentido, aunque puedes optar por la loza o el cristal igualmente-. La discreción es siempre un valor y, en este caso, también casi siempre es caballo ganador.
Además, si optas por unos platos blancos y lisos, esto te permitirá recrearte algo más con algún detalle navideño decorativo de color en la mesa. Si no puedes resistirte al color, pon un mantel blanco y liso que no compita con los tonos de los platos para que la comida tampoco quede en un segundo plano.
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Si la comida debe servirse caliente, puedes calentar el plato en el horno o en el microondas para que no se enfríe mientras tus comensales esperan en la mesa, quizás tomando algún aperitivo y una copa de espumoso.
Olvida los platos de pizarra -que son bonitos y han estado de moda durante mucho tiempo- si lo que vas a servir lleva alguna salsa o algo de aceite o grasa pues producen unas manchas horribles y rompen la estética de lo que se va a comer. Puedes usarlos para poner aperitivos secos como quesos, embutidos, etc.
Nuestra vajilla preferida es la más clásica: blanca y de porcelana o loza.
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2. Menos es más
Esta máxima puedes aplicarla en muchas facetas de la vida. Si sobrecargas el plato ya sea con decoraciones excesivas o con demasiada comida puedes provocar un cierto rechazo en el comensal y no olvides que se trata de disfrutar y no de estresar -máxime cuando ya sabemos que las Navidades en cuanto a comida se refiere, muchas veces son pantagruélicas-. Es mejor servir raciones pequeñas y quien quiera que repita plato.
3. Colocación de los ingredientes
Hay que tener siempre muy claro cuál es el ingrediente principal de cada una de nuestras recetas porque ese es el que debemos destacar y no restarle protagonismo tapándolo con otros elementos que son más secundarios.
Siempre que sea posible, podemos dar volumen al plato jugando con los ingredientes para que no quede muy plano pero esto no consiste en crear una torre sin sentido de ingredientes. Ponles cariño con una disposición atractiva y colócalos en el plato con mucho mimo. Lucirán mucho mejor y serán más apetecibles. Si puedes hacerte con unas pinzas de emplatar te resultará más fácil colocar los ingredientes y lo notarás en el resultado final, mucho más limpio y ordenado.
Los chefs más tradicionales siguen el sentido de las agujas del reloj para colocar cada alimento en el plato según la importancia que tenga cada uno. A las seis se coloca el elemento principal del plato (carne, pescado o verduras). El espacio de los cuartos de hora, se reserva para las guarniciones -verduras, arroz, pasta, etc-, mientras que el extremo superior, a las doce, se reserva para los purés o salsas. También hay quien opta por distribuir los alimentos que componen el plato de dentro hacia fuera por orden de importancia.
Esmérate en la colocación de los ingredientes y en hacer presentaciones lo más atractivas posible.
Y recuerda: todo lo que pongas en el plato debe ser comestible.
4. Los colores de la comida también importan
Si quieres dar sensación de frescor a un plato puedes añadir ingredientes verdes -las hierbas aromáticas frescas ayudan mucho-. Si utilizas ingredientes de color amarillo, naranjas o rojos, trasmitirás pasión y son tonos que hacen que el plato resulte más apetecible, además de abrir el apetito del comensal. Los elementos de colores oscuros -negros, marrones...- le aportarán al plato más elegancia.
Los colores intensos de las carnes pueden ser acompañados por un arco iris de verduras que animará a su degustación, mientras que los pescados invitan a usar ingredientes con colores más apagados y ligeros.
5. Las texturas
Lo ideal es combinar, si es posible, distintas texturas en un plato: blandas, crocantes, firmes, gelatinosas, etéreas, esponjosas... cada alimento puede tener diferentes texturas dependiendo del método de cocción o técnica que le apliquemos.
Combinar texturas crujientes con ingredientes cremosos da resultados fantásticos. Siempre que sea posible busca contrastes, juega con las texturas de los alimentos y verás cómo sorprendes al comensal, por ejemplo, con un toque ‘crunchy’.
Si la salsa es más líquida, colócala en la base del plato y encima pon el ingrediente principal.
6. La salsa
A veces es mejor servirlas a parte en una salsera para que cada comensal pueda servirse a su gusto pero, creemos que la salsa debe formar parte del plato, en su justa medida siempre. Si nos excedemos en la salsa los ingredientes nadarán en ella y eso no es ni visual ni rico. La salsa debe complementar el ingrediente principal y el plato, sin restarle sabor.
Hay otras formas de poner las salsas en el plato que también nos encantan: en forma de lágrimas -depositando una cucharada y dándole ese aspecto-, líneas, puntos puestos con manga pastelera, pinceladas hechas con brochas e, incluso, si queremos innovar, las podemos poner dentro de pipetas para que el comensal la eche él mismo a su plato. Si es más líquida, colócala en la base del plato y encima pon el ingrediente principal.
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7. El toque final
Si los bordes del plato se han manchado un poco, utiliza papel de cocina y repásalos para que queden limpios. Remata tu plato con una flor comestible o alguna hierba verde fresca como el tomillo, romero, albahaca, que le darán un toque fresco y un delicioso aroma. También nos gusta espolvorear un poco de pimentón, chile en polvo u otras especias que encajen con lo que se sirve.
Y ten siempre una máxima que no debes olvidar: recuerda que el sabor siempre es lo más importante y debe estar integrado con el emplatado para que el resultado sea siempre el mejor.