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Comer en una noria: ¿ingeniosa solución para garantizar la distancia de seguridad?

Así debió pensarlo, al menos, el dueño del prestigioso restaurante húngaro Costes cuando, hace unos días, ofreció a sus clientes la posibilidad de comer en lo alto del ‘Budapest Eye’


Actualizado 27 de octubre de 2020 - 14:03 CET

No cabe duda de que, dentro del sector de la hostelería, es el grueso de pequeños y medianos restaurantes los que están sufriendo de forma más dura las consecuencias de la crisis sanitaria que vivimos (muy especialmente, aquellos que no disponen de terraza en sus instalaciones). Pero esto no significa que los grandes restaurantes de alta cocina estén pasándolo mucho mejor… Da igual los premios y reconocimientos que un local tenga en sus vitrinas; en estos últimos meses hemos visto cómo hasta los chefs de mayor relumbrón han tenido que reinventar sus líneas negocio. En este sentido, la alternativa más recurrente ha sido una apuesta decidida por los servicios ‘delivery’ y ‘take away’.

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budapest-eye© Getty Images

Pero hay quienes están yendo más allá en la búsqueda de soluciones creativas. Es el caso del propietario del restaurante húngaro Costes, Karoly Gerendai, quien hace unos días tuvo una ingeniosa idea para tratar de reflotar su establecimiento: trasladar su cocina hasta las cápsulas de la noria ‘Budapest Eye’, una de las mayores atracciones turísticas de la capital de Hungría. “La noria, con sus cabinas separadas, el ideal para resolver el problema de las distancias que demandan tanto las normas sanitarias como los propios clientes”, pensó Gerendai.

Y, a pesar de lo improbable que pudiera sonar en un principio llevar a término dicha idea, en realidad no fue tan complicado. Hace meses que esta inmensa noria, (inauguarada en 2017 en la plaza Erzsébet, a pocos pasos del Danubio) ha dejado de recibir el número de turismas que acostubra -también a consecuencia de la pandemia-. De modo que no resultó difícil encontrar una fecha para que, aunque fuera a modo de experiencia efímera, la noria se convirtiera por un día en el restaurante Costes.

© costes_downtown

La fecha elegida fue el 17 de octubre. Solo bastaron unas horas para que las reservas de mesa (cada una, con capacidad máxima para cuatro personas) se agotaran. Y eso que no se trataba precisamente del plan de ocio más económico: el precio de este menú ‘de vértigo’, compuesto por cuatro platos, ascendía a 155 dólares -al cambio, unos 130 euros-.

Tal fue la acogida de la propuesta y tan satisfechos quedaron los comensales (en la imagen superior vemos a dos de ellos, a punto de disfrutar de sus platos en una de las cabinas de la noria), que el dueño del restaurante Costes ya se está planteando la posibilidad de repetir este tipo de experiencia gastro de cara a primavera, cuando las temperaturas sean más templadas. 

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