Sal, pimienta, vinagre y un chorrito de aceite de oliva. Esta es una de las combinaciones que más usamos en nuestra cocina. Esa que llamamos 'mediterránea' y que es la envidia de gran parte del mundo. Porque el Mediterráneo, otra cosa no, pero salud nos da mucha. Y lo hace, como diría Serrat, “con sus atardeceres rojos” y, como os contamos desde ¡HOLA! Cocina, con productos de calidad. Entre ellos, la Flor de Sal d’Es Trenc.
¿Qué es la flor de sal?
Si nos ponemos puristas y atendemos a la legislación vigente, que ya se ha encargado de delimitar lo que puede ser o no flor de sal, solo podemos quedarnos “con el resultado que se produce cuando la capa flotante de la sal cristalizada en la superficie del agua de los cristalizadores, formada exclusivamente por la acción del viento y del sol, se recolecta manualmente y sin lavar ni adicionar ningún ingrediente”. Unos cristales de sal que presentan formas geométricas, cúbicas o piramidales que, al formarse sobre la salmuera, se unen generando unas formas que nos recuerdan a las flores. De ahí, su nombre.
¿Por qué nos gusta la flor de sal?
Porque no se apelmaza, es ligeramente húmeda y su textura es crujiente, con lo que suele disolverse mejor que otro tipo de sales y se deshace fácilmente en el paladar. Además, su sabor es menos salado que las demás y potencia de manera natural nuestros platos.
Una sal 100 % sostenible
La Flor de Sal d’Es Trenc es ecológica y, además, garantiza su trazabilidad desde su origen. Esto se debe, no solo al proceso de elaboración que explicaremos a continuación, sino también al entorno natural y de sostenibilidad que forman parte del ADN de esta sal marina, gracias a la armonía medioambiental en la que se cosecha. Sin apenas CO2 durante el proceso de cristalización y un sistema dunar que la protege.
Un hábitat único dentro del Parque Nacional de Cabrera, el auténtico pulmón de las islas, con 80 mil años de antigüedad (lo que lo convierte en uno de los organismos vivos más longevos del planeta) en el que residen más de 150 especies diferentes de aves y una gran diversidad de flora autóctona. Por eso, desde que esta empresa comenzase su trabajo en el verano de 2003, han querido conservar tanto la técnica milenaria de cosecha y recolección como el propio ecosistema en el que nace.
Un oficio artesanal
El oficio de los salineros es uno de los más antiguos que tenemos y, por eso, debemos conservarlo. Ellos son los que controlan la entrada del agua, la condensación de salinidad en las balsas para que se genere la salmuera sobre la que se cosecha la sal y los que la preparan para su secado al sol. Para todo ésto, se requiere una técnica especial que consiste en barrer únicamente los cristales de sol que flotan sobre la superficie (lo que llamamos flor de sal) con unas herramientas diseñadas para no romperlos y filtrar bien el agua.
Un proceso manual cuya recolección comienza ahora su temporada -que va de junio a septiembre, siempre dependiendo de las condiciones climatológicas-, se depositan en unos cestos de mimbre y se dejan reposar para que drenen todo el sobrante de agua y poder colocar los pequeños cristales en mesas de secado, para que, poco a poco, el sol de Mallorca haga también su trabajo.
Las favoritas de la redacción
La más clásica, con sus tonos entre blancos puros, grises claros e, incluso, algo rosáceos, es ya de por sí un auténtico producto gourmet que llevar a la mesa. Pero si nos tenemos que quedar con alguna de ellas, aunque es difícil y sabemos que los grandes cocineros de nuestro país -como Quique Dacosta o Carme Ruscalleda tienen su favorita-, vamos a elegir tres:
- La que se aromatiza con aceitunas griegas de Kalamata, de color marrón y con un sabor muy mediterráneo, perfecta para cualquier ensalada.
- La que nos lleva de viaje a Oriente llamada Sri Lanka, con una mezcla increíble de especias entre las que encontramos la cúrcuma, la cayena, el cilantro y la canela; perfecta para cualquier plato de pollo.
- La que se aromatiza con setas Shiitake, para una tortilla.
- Y, por último, para darle un toque único a tus postres, la que viene con flores de hibisco y un precioso color rosa.