Casi todos nosotros pensamos en el champagne como esas botellas espumosas y estilizadas que aparecen al final de las grandes celebraciones. Sin embargo, poco a poco vamos relajando los protocolos y las reuniones son más informales, los vinos tintos empiezan a emparejarse con otras opciones además de la carne, los vinos blancos buscan otras denominaciones de origen que, a priori, no fueron creadas para ellos y esta bebida espumosa que nace alrededor del año 300 d.C. con los romanos se descorcha para un aperitivo en casa, por ejemplo.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Es el primer vino espumoso del mundo y su historia está ligada al Campo de Reims, al este de París, en Francia. Justo en la región que le da nombre. Napoleón fue uno de sus grandes embajadores -“En la victoria te lo mereces y en la derrota lo necesitas” (y que así sea)- y Coco Chanel defendía su consumo a todas horas -“Yo solo tomo champagne en dos ocasiones: cuando estoy enamorada y cuando no lo estoy”-. Mientras, la reina Maria Antonieta (o al menos el mundo del cine al representarla) nos dijo que siempre debía ir acompañado de fresas. Lo dicho, muy francés.
Pero en este mundo tan globalizado, todo es también nuestro. Y como lo nuestro es relajarse y disfrutar, nos vamos a olvidar de tanto protocolo y vamos a ver cómo convertirnos en los expertos de esta bebida espumosa para servirlo como se merece, con un buen aperitivo, como parte de una comida frente al mar o como quieras. Pero, eso sí, vamos a hacerlo bien, como Gregory Peck y Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma (1953), porque también nos vale para un buen plato de pasta.
La guía definitiva para ser todo un experto sobre el champagne
El champagne tiene un aroma y estructura muy particular, por lo que un mal servicio o una conservación errónea puede afectar a su burbuja, sabor e,incluso, adormecer nuestras papilas gustativas al consumirlo, dificultar su descorche con un exceso de espuma o arruinar todos sus matices. Para que ésto no ocurra, ten en cuenta estos cinco consejos:
¿Cuál es la temperatura ideal para servirlo?
La temperatura del champagne es una de las claves de su éxito a la hora de servirlo, no puede haber fallo. Si está demasiado frío, se reduce su efervescencia y se alteran sus aromas. Si está demasiado caliente, aparecerá un exceso de espuma , directamente, no apreciarás sus matices de sabor. Grábate este margen: de 8 °C a 10 °C.
¿Cómo descorcho mi botella de champagne?
De manera discreta y elegante, por supuesto. Pero, además, volteando suavemente la botella boca abajo para crear una temperatura uniforme en todo el contenido. Después, sujeta la botella con una mano, siempre por el cuerpo y no por el cuello, retira la cobertura, afloja el alambre y libera el corcho con la otra mano. Suave y firme.
¿Cuál es la mejor copa para servirlo?
Olvídate de las copas tipo tulipán, que no son del todo malas, y saca las que tengas para vino blanco. Son perfectas para conservar todo el sabor del champagne y dejar que las burbujitas hagan su trabajo.
¿Hasta dónde puedo llenar mi copa?
Como todo, en el punto intermedio está la clave: la copa siempre medio llena (que no medio vacía). El protocolo de servicio nos dice que debemos llenar la copa en dos fases para potenciar bien el carbónico que tiene esta bebida. Para ello, inclina suavemente la copa, deja que el champagne se deslice hacia abajo (promoviendo la formación de burbujas), para un momento para que la espuma se asiente y sigue llenando tu copa hasta, más o menos, la mitad o dos tercios de la misma.
¿Cuál es la mejor forma de conservarlo?
Si no vas a abrir la botella en dos o tres días, lo mejor es que la guardes en un lugar siempre fresco y con poca luz. La nevera está prácticamente prohibida, porque su falta de humedad secará el corcho y el sellado de la botella disminuye, haciendo que se oxide demasiado rápido. Al congelador no puedes ni acercarlo.
¿Cuál es su mejor compañía?
Para elegir el plato que acompañará a tu champagne (y no al revés), ten en cuenta tres puntos:
- Su acidez natural refrescará el paladar y lo limpiará.
- Su complejidad le permite asociarse con carnes, pescados y multitud de platos.
- No es nada invasivo, con lo que no tapará ningún sabor en tus recetas. Más bien, al contrario, su textura es sedosa y, más bien, acompaña.
A partir de aquí, te lo vamos a poner aún más fácil dándote opciones de maridaje. Pincha en cada una de las recetas e imágenes, que te llevarán directamente a ellas, y ten en cuenta que hemos buscado opciones que puedan servirte como aperitivo o plato principal. Lo dicho, nada de fresas.
Paso a paso: canelones de kale y ricotta
Una buena tabla de quesos siempre será un acierto, sobre todo, para comenzar como aperitivo o terminar a modo de postre salado. Sin embargo, hay otras muchas opciones para que esta pareja siga existiendo en platos principales como éste.
Paso a paso: huevos con salmón y trigueros a la crema
Otra de sus grandes parejas, muy conocidas, es el salmón ahumado. Y, si no lo sabías, los platos con base de huevo también. Por eso, aunamos los dos en esta delicioso entrante.
Paso a paso: arroz caldoso con rape, cigalas y brunoise de verduras
El arroz, los pescados y los mariscos son tres de los mejores compañeros para un champagne. Y este plato es perfecto para una comida de verano. Eso sí, con su sobremesa obligatoria.