Tras ocho ediciones de MasterChef, se podía decir que en sus cocinas ya habíamos visto de todo. Nos equivacábamos. Como se equivocaron los jueces, según reconocía un implacable Jordi Cruz, al considerar que Saray podía aspirar al delantal dorado. La cordobesa, de 27 años, fue expulsada fulminantemente tras tirar la toalla en la prueba final y, pese a las advertencias de Pepé Rodríguez, presentar una perdiz, sin ni siquiera desplumar, sobre el plato. Su comportamiento durante todo el programa no hizo sino alejarla de cualquier posibilidad de ganar el concurso, pero los espectadores la han coronado como de reina de los memes tras desatar toda una cascada de ingenio.
Todo empezó a torcerse cuando en la primera prueba, en la que debían elaborar un postre con fruta que les recordase a su infancia, presentó un batido con unas galletas que finalizó en la mitad del tiempo del que disponían. Saray no se tomó demasiado bien las críticas a su escaso trabajo y, aún menos, que le dieran el delantal negro que la llevaba directamente a la prueba de expulsión. Sus compañeros no daban crédito a la actitud altiva que mostraba con los los jueces, lo que también provocó que descargarse en ellos su rabia y frustración protagonizando una amarga discusión con Teresa, cuando ésta trató de afearle su comportamiento. Los ánimos de la educadora social estaban por los suelos y la olla a presión que estaba a punto de estallar.
Solo hacía falta una perdiz, varias verduras y 20 minutos para elaborar el plato que desbancaría para siempre al mítico 'León come gamba' del museo de los horrores de MasterChef. Desde la galería, los aspirantes salvados se tapaban la cara, Pepé Rodríguez y Josecho, exaspirante de la séptima edición, trataban de hacerla recapacitar y los espectadores contenían la respiración esperando la reacción de Jordi Cruz, ajeno a las intenciones de Saray ya que se encontraba concentrado realizando la prueba junto a los concursantes. No había nada que hacer, la rendición no tenía vuelta atrás y tampoco sería discreta. Molesta porque su compañero Andy, encargado de repartir el tiempo del que disponía cada uno, solo le hubiese dado 20 minutos y también por tener que desplumar al ave, algo que no estaba dispuesta ni a intentar, parecía que el propósito ya no era ganar, sino dar que hablar. Y misión cumplida.
Los seguidores del programa se debatían entre el estupor y el aplauso por el espectáculo televisivo que la cordobesa estaba ofreciendo. Algunos incluso se convertían en improvisados ojeadores de Mediaset y ya la visualizaban como el fichaje perfecto para un reality de Telecinco. Finalmente el gran momento llegaba. La polémica aspirante presentaba su plato y todas las miradas se dirigían entonces al miembro del jurado más exigente de todos. La cara de Jordi Cruz lo decía todo y la de Saray lo intentaba pero... "Ni se te ocurra abrir la boca", zanjaba el juez contundente y dispuesto a no dejar pasar ninguna irreverencia más. La ovación al discurso del chef de Abac, que pidió perdón por dejarla entrar en las cocinas en primer lugar y la invitó a abandonar el programa de manera inmediata.
Ni siquiera para despedirse de su aventura en MasterChef mantuvo un perfil bajo. Saray dejó el delantal sobre la mesa y se fue lanzando un beso y haciendo un gesto flamenco ante las miradas estupefactas de los presentes. Firmaba así la participación más polémica del formato y también la más comentada por su seguidores, que han ofrecido con sus ocurrentes memes un espectáculo paralelo al televisivo que, además, continúa.