Los fogones de MasterChef recibieron anoche a una nueva tanda de aspirantes que llegó a las cocinas de Televisión Española con muchas ganas de aprender y de luchar por convertirse en el ganador de esta octava edición del talent. Jordi Cruz, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo Nágera se vistieron una vez más de jueces, en una noche que dejó grandes momentos para los espectadores. Además de poder disfrutar de las habilidades culinarias de los diecisiete nuevos concursantes – dieciséis tras la expulsión de Sito-, los seguidores de MasterChef pudieron conocer en profundidad a los cocineros que formarán parte de esta nueva aventura televisiva. Aunque aún es pronto para escoger a un favorito, en redes sociales hubo uno que acabó acaparando todo el protagonismo: Fidel.
El concursante, de 36 años, se acabó convirtiendo rápidamente en el protagonista de las redes. Procedente de Barcelona, su pasión por la cocina y las ganas de aprender le llevaron a presentarse a los castings, que finalmente acabó pasando, aunque no sin llevarse las críticas de los jueces. Después de recibir el 'NO' de Pepe, Jordi decidió arriesgar y entregarle el delantal que le convertía en aspirante de pleno derecho del concurso. "El plato está justito, tu nivel es bajo. Eso tiene una cosa mala, que es que ese plato te expulsa del programa o no te deja entrar. Lo bueno es que, por lo menos, asegura que tu evolución va a ser interesante (…) a riesgo de meter la pata, me gustan los retos difíciles y tú, lo eres", decía el chef de ABaC.
Fidel hizo una grandiosa entrada en las cocinas del programa que no pasó desapercibida. Su espontaneidad y agitada vida conquistaron a la audiencia. Es músico en una banda de Rock & Roll, aunque antes de dedicarse a la música tuvo varios negocios; "primero uno picante, de comer", por lo que tiene cierto control sobre la cocina mexicana e hindú, "y luego otro picante erótico festivo", decorado al estilo Luis XV, aunque no tiene muy buenos recuerdos de aquello. Tocaba el piano los domingos en el rastro y en su cuerpo acumula más de 50 tatuajes. Dice que no es nada nocturno, que prefiere una vida tranquila con su novia y que jugó al fútbol hasta los 20 años, época en la que asegura que quisieron contratarle en la primera división de México.
Sus numerosas habilidades llamaron la atención de los jueces, aunque lejos de ofenderse, Fidel acabó sumándose ellos y regalando numerosos momentos de humor que provocaron risas tanto dentro de plató como fuera del mismo: "Nací con seis meses y me falta un hervor". Otro de sus grandes momentos se produjo cuando, después de pasar más de cinco minutos sin pestañear, Fidel rescataba esa chispa que le caracteriza para asegurar que ese era "otro de sus grandes problemas". En este sentido, el aspirante aseguraba que solía no hacerlo cuando estaba concentrado. "Cuando estoy muy concentrado, no parpadeo", decía mirando fijamente a los jueces. Además, antes de abandonar las cocinas y de que Jordi le diese el pase definitivo a MasterChef 8, Fidel prometió a Samantha – que también quería que este formase parte del talent - que iba a tatuarse en el ombligo el logo del programa.