Si nos ponemos a definir cuáles son las tendencias gastronómicas que están marcando el principio de 2020, o incluso, nos atrevemos algo más y anotamos nuestra quiniela de qué se llevará en la mesa durante los próximos doce meses, seguramente nos quedemos en muchas de las cosas que ya empezamos a ver en 2019. Y pensaremos que, en realidad, el panorama no cambia mucho. Sin embargo, cuando lleguemos a diciembre, nos daremos cuenta de que todo ha sido, como cada año, una pequeña revolución. Hay algunas modas gastro que se mantienen -véase la omnipresente tostada de aguacate para desayunar-, otras que empezaron hacer ruido hace relativamente poco y otras que, tras certámenes como el último Madrid Fusión celebrado este pasado mes de enero, prometen despuntar este año.
Lo que está claro es que, durante este año, se espera que el sector de la restauración siga fortaleciéndose y adecuándose a los nuevos tiempos -y es que los profesionales gastronómicos son los más permeables siempre a las novedades-. Para demostrarlo, hemos hecho nuestros pronósticos, con las diez tendencias gastronómicas que, desde ¡HOLA! Cocina, creemos van a definir este 2020 desde un punto de vista gastronómico y cuales de las que ya triunfaron el año pasado se mantendrán a lo largo de este.
Los restaurantes que se vienen
La transparencia se impone como la gran estrategia de marketing a nivel global y, en el mundo de la gastronomía, se traduce en cocinas abiertas y a la vista de los comensales. Ver los alimentos, de dónde provienen y cómo se trabajan hace que los consumidores se sientan mucho más confiados, además de agradecer una cocina limpia y organizada. Ahora nos gusta ir a un local, sabiendo de antemano quién está detrás y qué es lo que vamos a comer. Porque, además, ir a comer fuera se ha convertido en experiencia: conocer la historia que hay detrás, buscar la personalización o el aprovechar bien la inversión económica que hacemos. Y es que hemos equiparado el salir a comer como un mini viaje en el que buscamos el disfrute.
De ahí que, esa vergüenza de antaño en la que pensábamos que pedir para compartir era de mala educación, será otra de los usos y costumbres que hemos empezado a incorporar en nuestra experiencia y se afianzará como práctica habitual. Estamos ante un acto social. Al fin y al cabo, los restaurantes lo saben y empiezan a fomentarlo a través de propuestas en carta más abiertas, familiares y con sugerencias para que lo hagas y pruebes, así, de todo.
Seguimos buscando la simplicidad en la mesa
La cocina tradicional se impuso hace ya un par de años con esa vuelta a las elaboraciones de cuchara, a los sabores de nuestras abuelas y a unos restaurantes que empezaron abrir dentro de los propios mercados, donde la cocina es la de siempre, con productos adquiridos esa misma mañana en los puestos colindantes y unos precios más que asequibles.
Ya no queremos grandes elaboraciones en el plato, queremos lo sencillo: que la diferencia no la marque tanto la innovación del producto, como el producto en sí. Nos fijamos y aprendemos a distinguir una receta de otra por los tiempos de cocción o los tiempos de maduración. Un emplatado sencillo que le dé valor al producto. La novedad está ahí.
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El triunfo de la cocina asiática
Si queremos hablar de una cocina de tendencia, tenemos que mirar hacia Asia y, dentro del amplio continente, poner nuestro punto de mira en dos gastronomías: la filipina y la tailandesa. La primera de ellas, mucho más desconocida que la segunda, se impone gracias a sus platos más emblemáticos a base de ingredientes fermentados -como la col, el kimchi o los pescados-, que se convertirán en toda una tendencia gastronómica en sí. Además, el curry japonés, el cheese tea taiwanés o los rollitos de fideo de arroz chinos se convertirán en algunos de nuestros platos favoritos.
El interés creciente por los fermentados
El chucrut, el kimchi que acabamos de mencionar, la kombucha o los yogures con toda su amplia oferta (desde los tipo griego más clásicos, hasta el kéfir o el skyr) son productos fermentados que, conociendo todo el bien que hacen a nuestro intestino, sus propiedades antioxidantes y demás beneficios para nuestro organismo, seguirán despuntando este año. Y es que, el interés creciente por los probióticos, que nos llenan de bacterias buenas (además de ser fuente de proteínas), se nos antojan como alimentos muy digestivos y saludables.
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Y también por los productos vegetales
Los productos veganos, los alimentos más saludables y la alimentación lacavore se imponen. Ahora buscamos el bienestar a través de la gastronomía y cada vez son más los seguidores de dietas veganas, vegetarianas, paleo, cetogénicas o sin gluten que, a su vez, están provocando la creación de categorías nuevas de productos. Pero, por encima de todo ello, lo que se ha impuesto es la tendencia healthy food: el comer sano y llevar un estilo de vida saludable de manera global, buscando productos orgánicos, de producción local y limitando el consumo de comida procesada dentro de ese movimiento realfooder que ya nos suena a todos. Y es que nunca hemos leído tanto una etiqueta.
De ahí que exista una auténtica explosión de aplicaciones móviles como Yuka, que nos permite analizar los ingredientes de un producto al detalle, para sacar el máximo partido del menú semanal que preparamos en nuestro batch-cooking semanal. Porque, la falta de tiempo, también se ha impuesto, por lo que nos obligamos a cocinar un día entero en casa para asegurarnos, así, que vamos a comer bien y de manera equilibrada todos los días.
Dentro de esta programación de comidas, queremos reducir el consumo de hidratos de carbono y de proteínas de origen animal, por lo que buscamos alternativas veganas, aunque no seamos seguidores de este estilo de vida. Somos más flexibles, un día comemos pescado y, al siguiente, probamos con el jackfruit, la fruta éxotica de moda, proveniente del sur de Asia con un sabor que nos recuerda a la carne y que nos ayuda a encontrar alternativas ecológicas a nuestra gastronomía. Las hamburguesas vegetales o los alimentos plant-based son otros casos que ya se consideramos como una opción más.
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El movimiento zero waste en aumento
Lo anterior deriva, además, de los problemas que vienen deteriorando nuestro planeta, de los que (por fin) nos hemos dado cuenta y que nos hacen poner en valor esos restaurantes que trabajan como nosotros queremos hacerlo en casa: de una manera un poco más sostenible, pero siempre sabrosa. De ahí que reivindiquemos los alimentos de proximidad y de temporada, además de esa explosión que está viviendo lo que se llama la ugly foods (comida fea): alimentos que no llegaban a los supermercados por ser feos y a los que ahora buscamos para darles una segunda oportunidad. Envases compostables, aquellos que se degradan sin generar residuos para convertirse en abono, la facilidad de reciclaje o reutilización y los restaurantes con una filosofía de compromiso con el entorno (desde sus propuestas gastronómicas hasta la propia decoración del local) empiezan a ser factores que nos hacen decidirnos por uno y otro.
El sí a la comida rápida, pero bien elaborada
La comida rápida y a domicilio está de vuelta. Los trabajadores disponemos cada vez de menos tiempo para comer (ahora priorizamos la conciliación laboral) y buscamos opciones para tomar un bocado rápido en la oficina o algo que llevarnos fácilmente a casa. Y, a su vez, debe ser saludable. De ahí que el fast food gourmet, con ingredientes de primera calidad y elaboraciones sencillas, estén viendo crecer sus números y que todos los restaurantes quieran estar en esas plataformas que te llevan sus platos a casa. De ahí que, por ejemplo, los bowls (ya sean dulces o salados), sea el plato más socorrido de los millennials. Son fáciles de preparar y de llevar, son muy equilibrados, nutritivos y, seamos sinceros, también muy instagrameables.
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La reducción del azúcar
Cada vez somos más conscientes de lo que comemos y nos preocupamos por ello. Y si la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos dice en 2005 que el azúcar es el auténtico demonio, nosotros queremos buscar, no su desaparición (algo que nos resulta realmente difícil), pero si su disminución. Por ello, lo de not sugar added se ha convertido en todo un movimiento.
Junto a ello, las dietas inteligentes, que intentan encontrar el equilibrio entre la cantidad y la calidad de las porciones de comida que ingerimos según nuestra edad, sexo o actividad física, o la nutrición personalizada, que estudia la interacción entre el genoma de cada individuo y los nutrientes de los alimentos para un mayor beneficio de su efecto en nuestro organismo, captan toda nuestra atención en lo que dietas se refiere. Ya no creemos en los milagros.
Los alimentos que ficharemos este 2020
- La leche de camello -rica en hierro, vitaminas y baja en grasas- se postula como uno de los superalimentos del futuro.
- Las mantequillas veggies, como la de cacahuetes o anacardos, se imponen para los desayunos.
- Se investiga cada vez más en conseguir harinas elaboradas a partir de frutas, como la de plátano, que mejora el sistema inmunológico y, por supuesto, es rica en potasio.
- Los granos de África Occidental -como el sorgo, el fonio, el teff o el mijo- adquieren gran valor en Occidente como guarnición en ensaladas, mezclados con frutas o yogur, cuando han sido la base de la alimentación del continente durante siglos.
- Y las especias de Oriente Medio -como la alcaravea, el comino, las semillas de anís o la harissa (una pasta de chile picante)- serán las encargadas de potenciar los sabores de nuestros platos.
Y las tendencias que se quedan un año más
Entre lo que subió en los últimos años y que se resiste a dejarnos, están:
- La tostada de aguacate, que llegó prometiendo grasas saludables y vitaminas en un desayuno repleto de energía y que consigue, cada día, incrementar los millones de publicaciones que ya tiene en todas las redes sociales.
- La coliflor, que promete ser la base de nuestras pastas, nuestras pizzas y todas aquellas recetas en las que necesitemos consistencia sin incrementar los carbohidratos.
- La vuelta a la parrilla y la cocina a la brasa, pues ya empezamos apostando el año pasado por el fuego y por el sabor ahumado.
- Y el café, que se une al chocolate, para dar rienda suelta a la creatividad de esa legión de baristas y cafeterías que no paran de acaparar los locales de todas las ciudades.