22 MAYO 2004
Como manda la tradición, la Princesa de Asturias ha ofrecido su ramo de novia a la Virgen de Nuestra Señora de Atocha. Una histórica costumbre que instituyó Isabel II en 1852, cuando donó sus joyas y el ramo de la novia a esta Virgen, patrona de la Corte.
Asesorada por el diseñador del vestido
Al igual que el vestido nupcial de doña Letizia, el ramo de novia se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados. La Princesa de Asturias no ha querido dejar ningún detalle al azar y, asesorada por Manuel Pertegaz (diseñador del vestido nupcial), se ocupó personalmente de la elección del ramo. Optó por uno en cascada, de Rafia, que encerraba un gran simbolismo. Un pequeño bouquet de unos veinte centímetros, de color marfil predominantemente, aunque destacaba también el color natural de las espigas. Un elemento esencial del ramo, personalmente elegido por ella.
Un ramo con mucha simbología
El ramo de novia de doña Letizia incluye rosas isabelinas (de la variedad Vandela), iris y lirios, unas flores que históricamente han estado ligadas a la dinastía de los Borbones; la variedad Hildegarde, que presentan una preciosa tonalidad azul (color heráldico de los Borbones); la flor de manzano, en claro homenaje al Principado de Asturias; así como la flor de azahar, en tributo a la Condesa de Barcelona y doña María de las Mercedes de Orleáns y Borbón.
Además del ramo nupcial, tuvieron especial protagonismo los detalles florales de los pajes, que integraban los cinco sobrinos del príncipe Felipe, la sobrina de doña Letizia, Carla Vigo Ortiz, hija de su hermana Erika; Claudia González Ortiz, prima de Letizia; la nieta del duque de Calabria, Victoria López Quesada, y Victoria Codorníu Álvarez de Toledo. Además de mantener las mismas variedades y simbologías del ramo de la novia, los arreglos del cortejo incluyen frutos de madroño, en claro homenaje a Madrid, además de un toque de color, protagonizado por el tono dorado de las flores del arbusto ‘atocha’.
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