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Con motivo de la boda de los príncipes Pablo y Marie Chantal de Grecia, doña Sofía lució uno de sus collares de chatones
Desde mediados del siglo XIX se hizo muy popular un tipo de collar en «riviêre» consistente en una sucesión de grandes diamantes tallados con forma redonda y engastados a la rusa
6 ABRIL 2004
Desde mediados del siglo XIX se hizo muy popular un tipo de collar en «riviêre» consistente en una sucesión de grandes diamantes tallados con forma redonda y engastados a la rusa, es decir, en chatones con garras exaltadas a lima. Prácticamente, toda la realeza y la alta aristocracia europeas poseían collares de este estilo. La duquesa de Alba tiene uno, realizado por la casa Ansorena.
Sabemos, por el codicilo anejo al testamento de la Reina, que Vic toria Eugenia dejó al morir al menos dos collares de chatones: uno, al que se refiere denominándolo «el más grande», que declara haber recibido un usufructo de Alfonso XIII y que sabemos pasó a don Juan y más tarde a don Juan Carlos, y otro menor, que correspondió por herencia a don Jaime.
Este último, compuesto de 27 piedras, fue subastado en Ginebra por la casa Christie’s en 1977, por orden de Charlotte Tiedemann, segunda esposa de don Jaime, y fue adquirido por el joyero madrileño Alejandro Vega por 220.000 francos suizos (más de 18 millones de pesetas), tras una emocionante puja. En diciembre de 1982 lo compró un personaje muy vinculado a la Familia Real, de quien, al parecer, pasó a la Reina doña Sofía, quien lo ha lucido en ocasiones de especial brillantez, como la cena de gala que tuvo lugar en El Palacio Real con motivo de la visita de Estado del Presidente Mitterrand.
Regalo nupcial
El otro collar, el más grande, se formó a partir de una gargantilla de 30 chatones, montados en platino en los talleres de Ansorena, que regaló Alfonso XIII a su prometida, Victoria Eugenia, el día de sus esponsales. Las piedras oscilaban entre los 85 y 90 quilates y, en 1906, se valoró en 145.000 pesetas, siendo la joya de mayor precio que realizó la citada firma por encargo de nuestra Familia Real.
El Rey, según una idea que figura en Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, regalaba a su esposa todos los años dos brillantes similares a los del collar por el día de su cumpleaños, y en alguna ocasión, como Navidad, para engarzarlos en este collar, que, así, llegó a adquirir enormes proporciones y permitieron lucirlo en un hilo que llegaba hasta la cintura, o también en dos largas vueltas.
