30 MARZO 2004
Claire Coombs lucio el día de su boda una preciosa y antiquísima tiara, regalo de los reyes Paola y Alberto de Bélgica junto a una pulsera de hilo de brillantes, unos pendientes de perla de nácar en lágrima (o gota), símbolo de la perfección y la pureza y su alianza de casada, un diseño de Cartier.
Brillantes y diamantes
La tiara, una pieza familiar que había pertenecido a la reina Elisabeth, fue en su origen una gargantilla que posteriormente se adaptó para convertirse en diadema, tal y como la conocemos hoy. La joya formada por diamantes está coronada por varias puntas adornadas con brillantes de gran tamaño.
Como manda la tradición, y al igual que sus antecesoras de la Casa real Belga, Claire, llevó en el día de sus nupcias un precioso velo de encaje de bolillos de Bruselas (siglo XIX) realizado en aplicación de Bruselas en hilo de lino –con bolillos y aguja– sobre tul de algodón.
Un velo con mucha historia
El mismo velo que estrenara Laura Mosselman du Chenoy, bisabuela del príncipe Laurent (1877) en su boda con don Beniamino, príncipe Ruffo di Calabria y que heredaría su hija, Luisa Gazelli ( madre de la reina Paola), condesa de Rossana y de Sebastiano, cuarenta y dos años después (1919) durante sus nupcias con don Fulco, príncipe Ruffo di Calabria.
Desde entonces, el velo ha sido utilizado por la reina Paola en su boda con el rey Alberto II (1959 – Bruselas); por la princesa Astrid para su matrimonio con el príncipe Lorenzo archiduque de Austria–Este (1984-Bruselas) y, también, por la princesa Matilde en su boda con el Príncipe Felipe (diciembre de 1999).
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