9 FEBRERO 2004
Como marca la tradición y el calendario de la Familia Real española, todos les esperaban estas Navidades en la estación de Baqueria-Beret. Ya constituye una cita habitual la visita de los Reyes de España, acompañados por toda la familia, a las bellas pistas del Pirineo leridano en los días próximos al cumpleaños de Juan Carlos I. Sin embargo, este año no ocurrió así. Y muchos curiosos se quedaron con las ganas de ver a doña Letizia, con trazas de esquiadora, posar en familia y mostrar su pericia con los esquíes.
No obstante, tampoco tuvieron que esperar mucho para satisfacer su curiosidad. Sólo un mes después de la esperada ocasión, el Príncipe Felipe y su prometida han acudido finalmente a su cita con la nieve para disfrutar de uno de los deportes más queridos por el Heredero a la Corona de España. Llegaron al Valle de Arán el pasado viernes por la noche –poco antes de las 12- en coches distintos.
Experta esquiadora
La expectación que había despertado la presencia de la pareja real en la estación de Baqueira era enorme y muchos medios de comunicación acudieron hasta las mismas pistas para verles, ataviados con sus trajes de esquí, avanzar y disfrutar de la naturaleza. Alrededor de las 10:30 horas del sábado, que amaneció con niebla –más intensa en las cotas más altas-, aparecieron don Felipe y su novia en Baqueira. Tanto el Príncipe Felipe como doña Letizia posaron durante algunos minutos, en un ambiente distendido y relajado, para los numerosos periodistas congregados en la cota 1.800. Ella parecía especialmente tranquila y bella, vestida en rojo y blanco. El Príncipe de Asturias, más discreto en tonos oscuros, pendiente de su prometida en todo momento. Y, eso sí, ambos dispuestos a lanzarse cuanto antes a la aventura de las pistas.
Antes de iniciar el descenso, doña Letizia preguntó en voz alta a los reporteros gráficos: “¿Nos haréis fotos si nos caemos?”. No hubo respuesta. Todos esperaban ansiosos, y sin pestañear -con el ojo clavado en el visor de la cámara-, el deslizamiento de doña Letizia. Sin embargo, y pese a la expectación suscitada, la prometida del Príncipe no perdió la calma y demostró, para sorpresa de muchos, un gran estilo sobre los esquíes. Estaba claro, no era la primera vez que esquiaba, como hizo saber más tarde a la prensa. De pequeña, ya había estado en la estación de Baqueira-Beret y, en las pasadas Navidades, en una estación de Suiza, junto al Príncipe.
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