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Victoria Eugenia hizo esperar a su prometido, que impacientemente consultaba el reloj, durante treinta y cinco desesperantes minutos. La novia salió del Ministerio de la Marina –el lugar que usó como vestidor- con un aspecto deslumbrante, según las crónicas de la época, luciendo un traje de satén blanco bordado en plata y salpicado de azucenas y azahares con una cola de más de cuatro metros de largo
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Los sillones en los que se sentaron los monarcas fueron descritos por las crónicas de la época como de talla dorada y tapicería en raso bordado con seda de colores. El dosel que cubrió los tronos era del mismo tono que la tapicería y tenía el escudo de España bordado en el centro




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29 ENERO 2004
El amor entre los jóvenes también hizo que el monarca ignorara durante años que la princesa podía ser transmisora de la hemofilia, algo de lo que años después fue consciente al conocer que sus dos hijos mayores también padecían esta enfermedad. A primeros de marzo de 1905, la princesa Victoria Eugenia llegaba a Biarritz. El objeto de su viaje era la petición de mano, acto que se celebraría en el Palacio de Miramar de San Sebastián. En esa misma celebración tendría lugar la conversión al catolicismo de la Princesa para lo que se había preparado concienzudamente.

Dos meses después se celebraba el enlace con asistencia de los monarcas de todas las casas reales europeas. Ese día la gente se arremolinó en las calles desde las seis de la mañana, tanto es así que la circulación de los tranvías tuvo que ser cortada. A las nueve menos cuarto de la mañana entraba en la iglesia los representantes de la Embajada de Marruecos, los más madrugadores, junto a los chinos.

La sagrada mesa estaba decorada con rosas blancas y candelabros dorados. A la derecha, fuera del presbiterio se encontraba situado el trono de los Reyes. Los sillones en los que se sentaron los monarcas fueron descritos por las crónicas de la época como de talla dorada y tapicería en raso bordado con seda de colores. El dosel que cubrió los tronos era del mismo tono que la tapicería y tenía el escudo de España bordado en el centro. Muy cerca del trono se encontraba ubicado el sitio destinado a la Reina Cristina, un sillón y un reclinatorio cubierto en terciopelo rojo.

A las diez y cuarenta minutos sonó la 'Marcha Real' y don Alfonso, bajo palio, entró en el templo seguido del infante don Carlos y del hijo de éste, el infantito, vestido de blanco y protagonista de la primera anécdota de la boda. En su infantil ignorancia y deslumbrado por todo lo que estaba viendo intentó adelantarse a su tío, el Rey. El apuesto novio vistió uniforme de gala de capitán general, luciendo calzón blanco y botas altas con espuelas de oro. En su pecho llevaba la banda cruzada de la Gran Cruz Roja del Mérito Militar.

Victoria Eugenia hizo esperar a su prometido, que impacientemente consultaba el reloj, durante treinta y cinco desesperantes minutos. La novia salió del Ministerio de la Marina –el lugar que usó como vestidor- con un aspecto deslumbrante, según las crónicas de la época, luciendo un traje de satén blanco bordado en plata y salpicado de azucenas y azahares con una cola de más de cuatro metros de largo. Como joyas, la futura Reina de España llevó una corona y un collar de gruesos brillantes. Entró en el templo mientras sonaba el himno inglés, bajo palio, entre la reina María Cristina, que vestía un rico traje de color malva con encajes del mismo tono, y la princesa Beatriz, su madre, de gris oscuro y también con encajes. La madrina del enlace fue la reina María Cristina, y el padrino, el Infante don Carlos.



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