En abril de 1999 llega a los campos profesionales un Niño con duende. Se llama Sergio García y ha sido calificado como "una mezcla de Sinatra, Elvis, Babe Ruth y Michael Jordan, con la humildad de Arnold Palmer". No es poco. Lo suyo con el golf parte del día mismo de su nacimiento. Cuenta la leyenda, generada en torno al -¿por qué no?- mito en vida, que casi vio la luz mientras su madre (de nombre Consuelo, gran aficionada y regente de una tienda de golf) se encontraba junto al hoyo 1 del Club Mediterráneo de Castellón.
Su padre, Víctor (jugador profesional), se preocupó, y mucho, de que sus hijos encontraran en el golf una forma de vida. Sergio comenzó su andadura a los tres años, siguiendo de cerca los pasos de su hermano mayor, también Víctor y buen aficionado. Pronto inició una carrera marcada por los récords, tanto de amateur como de profesional. Desde ese 21 de abril de 1999, en que traspasó la puerta del profesionalismo, Sergio García se ha convertido en el jugador que ha participado en un menor número de torneos para clasificarse en la Ryder (además del jugador más joven en disputarlo); otro récord de juventud se le concedió por convertirse en el más joven en disputar un PGA USA y clasificarse en segundo lugar; y así una lista interminable de puestos de honor dentro de los campos.
Junto a Tiger Woods, este deportista es uno de los jugadores más queridos y admirados. Seguro de su carisma y destreza, a Sergio García cada vez le pesa más el apodo con el que fue bautizado, El Niño. Y no es para menos. A su edad actual, y con un amor naciente como el que parece haber surgido entre Martina Hingis y él, no parece muy propio ese apelativo cariñoso con el que ha paseado su arte por los campos del mundo entero.