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Sergi Arola

Discípulo de Ferran Adrià y de Pierre Gagnaire, pero maestro de su propia manera de entender la cocina. Hoy su nombre está incluido en la lista de los grandes "chefs" del mundo y ha conseguido, en tiempo record, que su restaurante La Broche, de Madrid, sea uno de los mejores del país; dos estrellas de La Guía Roja y un sinfín de premios y reconocimientos lo avalan.


7 de noviembre de 2006 - 14:12 CET

Su primer comensal fue su abuelo. Y seguro que le agradeció tanto sus platos como hoy lo hacen los cientos de clientes que reservan mesa en La Broche , el restaurante del madrileño hotel Miguel Ángel que Sergi Arola abrió en febrero de 2000. Desde entonces, dos estrellas de La Guía Roja, numerosos premios, el reconocimiento de la crítica especializada y, lo más importante, la admiración de una clientela que sigue agradeciéndole que fuese él quien introdujese la nueva cocina en la capital.

Lo que no saben muchos es que le tendríamos que agradecer todos a Raimundo Amador que hoy Sergi Arola sea uno de los cocineros españoles con mayor proyección, ya que viéndole actuar decidió que quería ser cocinero y no músico, ahora sólo como afición. En ese momento se dio cuenta de que lo suyo no era la guitarra sino los fogones. Siguió el consejo de su abuelo: "Da igual lo que decidas ser en la vida, pero en lo que elijas, tienes que ser el mejor". El sabía que si encaminaba su vida por el mundo de la música, no lo conseguiría, así es que se centró en la cocina.

Entró en la Escuela de Hostelería y Restauración de Barcelona y de ahí pasó a curtirse en distintos restaurantes: Cal Boter, L'Aram, La Xixonenca, Talaia Mar y El Bulli; después, su paso por algunas cocinas francesas y, de vuelta, regresa nuevamente a trabajar con Ferran Adrià, su gran maestro. El salto definitivo estaba a punto de ocurrir, en 1997 le proponen irse a Madrid para reflotar un restaurante. Con ciertas reticencias, acepta y, con él, llega a la capital un nuevo concepto de cocina. La primera estrella de La Guía Roja la consigue en menos de un año y en el 2000 se traslada a La Broche, donde logra la segunda. Junto con él trabaja un nutrido grupo de profesionales y su mujer, Sara, en la que ha encontrado un apoyo personal y profesional.

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