Robert Redford aventurero romántico, buscador de fortunas o padre roto, presidiario o político. Es él. Un deportista al que le pudo su afición por la bebida. Un buscavidas sin tregua que comenzó Descalzo en el parque y acabó poniéndose detrás de la cámara dirigiendo bellas historias de hombres que susurran a los caballos.
Quiso estudiar arte en el mundo académico pero optó por ser artista de bohemia y buscar así los colores de París in situ.
Fue nominado al Oscar como mejor actor por la película El golpe, genial tándem de actores formado por él y aquel muchacho al que dieron en llamar "el nuevo Marlon Brando", Paul Newman. Más tarde, el inquieto Robert Redford -incansable deportista con dotes de gamberro- se decantó por la dirección, con un melodrama en torno a la Gente corriente. Él vive el cine en todos sus facetas con cierta esquizofrenia que le hace genial: "Como director, no me gustaría como actor. Y como actor, no me gustaría como director".
Sus interpretaciones de héroe romántico, véase la lagrimógena y completa Memorias de África, han hecho olvidar a un público fiel que Robert Redford es abuelo desde 1991. Un abuelo que año a año da vida al fantástico festival de cine de Sundance.