Nació para el espectáculo y las luces. Cuando se pregunta a Paulina por su ídolo ella no duda ni un instante: "Susana Dosamantes". Su madre, una artista consagrada en México, le enseñó que para triunfar se necesitaba algo más que talento (algo que a la niña Pau no le faltaba): para ser artista se requiere estudio, perseverancia, voluntad.
En 1980 ingresó en el Centro de Capacitación Televisa, con el objetivo de salir de él convertida en una estrella. A los dos años, en 1982, se formó el grupo juvenil Timbiriche, una auténtica revolución dentro del panorama musical de América Latina. Grabó con ellos once discos (siete fueron disco de platino y cuatro, de oro) y se comió el escenario con su pelo rubio, su delgadez vivaz, y su voz, trabajada en Los Ángeles con esmero. En los escenarios se cruzó, y las malas lenguas dicen que no con demasiado entusiasmo, nada menos que con otra grande de la canción latina, Thalía. Sin embargo, si Paulina Rubio se ha caracterizado por algo ha sido por eludir cualquier tipo de declaraciones cruzadas o descalificaciones a compañeros de la profesión.
Después de Timbiriche
Después de diez años con el grupo Timbiriche, y tras algunas incursiones por el mundo de la telenovela, con títulos como Pasión y poder o Pobre niña rica, Paulina decidió emprender una carrera en solitario, no sin antes prepararse en aspectos propios de su profesión, y en otros relativos a la formación cultural (estudió Historia del Arte en Europa).
Su lanzamiento, con un sugerente título en su primer trabajo discográfico, La chica dorada, constituyó todo un hito. Vendió cerca de trescientas mil copias. Del siguiente álbum, duplicó las ventas, poniéndose en la escalofriante cifra de seiscientos mil. Todo un éxito de 24 kilates.
Sus ojos vivos, su boca sensual, su cuerpo menudo (aunque mide 1,62 metros) nos hablan de una mujer viva que disfruta con su trabajo. Sin embargo, esta géminis puramente artista se declara ferviente admiradora del Amor (con mayúsculas). A él se rinde: "En mi música podrán encontrar despecho, nostalgia, alegría, euforia, pero siempre inspirada por el amor, el único sentimiento que me hace vivir, respirar".
El amor llamó a su puerta, con una estabilidad de la que muchos dudaban, en abril de 1995. Ricardo Bofill Jr. se acercó a ella en la barra de un club, en Miami Beach, y la vino a susurrar algo así como "Eres mi rubia ideal". Su relación duró casi una década, de 1995 a 2004, cuando se les fotografió a cada uno por separado y se confirmaron así los rumores que circulaban sobre su ruptura.
El amor le llegó a Paulina de nuevo en el verano del año 2005, aunque ya conocía al que se convertiría en su marido, Nicolás Vallejo Nágera, desde 1999 -les presentaron en la grabación de un programa de televisión en Alicante. Su amistad con el empresario español fue creciendo hasta que se enamoraron. Una relación que traspasó los límites de un simple amor de verano. Juntos celebraron, a principios de 2006, la elección de la latina como artista del año y disfrutaron de su tiempo juntos viajando por todo el mundo.
A finales de ese mismo año y, en medio del imparable éxito de su recién estrenado álbum Ananda, Paulina y Colate, apodo con el que se conoce a Nicolás, anuncian su enlace. "Será en México y en primavera" aseguró la pareja en las páginas de la revista ¡HOLA! y efectivamente cumplieron su sueño: el día 30 de abril en el parque natural de Xcaret Paulina Rubio pronunciará el "sí quiero".
Tres años deberíamos de esperar para que Paulina nos diera una gran noticia, se iba a convertir en mamá. La mexicana anunció la llegada de su primer hijo a través de Twitter y muy pronto hizo cómplices a todos sus seguidores para que le ayudaran a buscar un nombre para su pequeño. Andrea Nicolás Vallejo-Nágera Rubio, nombre elegido finalmente por la cantante y su marido, vino al mundo el 14 de noviembre de 2010 en un hospital de Miami, Florida, y pesó al nacer 3,159 gramos.
Andrea llegó en el momento justo para convertirse en el mejor antídoto contra la tristeza de Paulina, pues en enero de 2011, la mexicana sufría la perdida de su padre, Enrique Rubio, de 67 años, a causa de una insuficiencia renal. Nicolás y Andrea fueron los encargados de trasmitir las fuerzas necesaria a la azteca, quien ya prepara su nuevo álbum.