Molly Bair es una modelo estadounidense nacida el 25 de abril de 1997 en Filadelfia, Pensilvania (Estados Unidos) cuya belleza, tan extraña como singular, la llevó a convertirse en una de las modelos más cotizadas de las pasarelas.
Su llamativa delgadez, sus orejas puntiagudas y su pequeña boca de piñón hicieron que en el colegio la llamaran 'alien', 'mantis' o 'rata', sin imaginar en aquel momento, que estos rasgos serían los mismos que conquistan a los diseñadores más prestigiosos del mundo. "Nunca pensé que una niña que pasó la mayor parte de su infancia con una uniceja, gafas y una camiseta de Yoda estaría en Vogue Italia", dijo Bair en una entrevista a la CNN.
Descubierta en los suburbios de Filadelfia
Bair se encontraba con su padre y una amiga jugando en las canchas de tenis de los suburbios de Filadelfia cuando descubierta por un agente de The Society Management una agencia que representa a grandes supermodelos como Lindsey Wixson Liu Wen y Kendall Jenner y esa misma noche estaba cogiendo un tren rumbo a Nueva York para una sesión de fotos; y una semana después, en un avión a París para desfilar en la Semana de la Moda.
Belleza incomprendida
De belleza incomprendida, Molly aprendió a quererse con el paso de los años e incluso llego a convertirse en una ferviente defensora de los diferentes cánones de belleza. "La gente necesita aceptar su singularidad. Necesitamos dejar de pensar que necesitamos tener la piel y las pestañas perfectas. Tener confianza y ser feliz es fantástico".
Una de las diseñadoras que quedó prendada de su llamativo físico fue Miuccia Prada, quien no dudó en hacerle un hueco en su particular séquito de modelos denominadas weird girls, que podríamos traducir como chicas raras. Pero no fue la única que cayó rendida a sus encantos, pues Karl Lagerfeld la eligió para cerrar su desfile de Alta Costura en 2015 y eso que tan solo acaba de aterrizar en este mundillo. Después llegaron otros diseñadores de grandes ligas como Chanel, Alexander Wang, Proenza Schouler o Giambattista Valli.
Defensora de los diferentes cánones de belleza
Molly, quien ha confesado que su carrera como modelo le ha dado una nueva visión de la aceptación y le ha hecho conocer mucho más de cerca este mundo a menudo tan criticado por sus estándares de belleza poco realistas, ha convertido sus redes sociales, en su mejor altavoz compartiendo diariamente fotografías en donde se muestra natural y expone algunas de las imágenes de su trabajo como modelo. Actualmente cuenta con más de 60 mil seguidores, quienes la felicitan por llegar tan lejos pese a todo el bullying que recibió siendo tan solo una niña.