Su aspecto dulce y un poco ingenuo le ha servido para hacerse con algunos sabrosos papeles de heroína que le han elevado al podium de la comedia romántica en la que, cual moderna Doris Day, se mueve como pez en el agua.
Desde que la actriz interpretó un falso orgasmo ante un atónito Billy Cristal, en la ya clásica escena del restaurante de Cuando Harry encontró a Sally, Meg Ryan se convirtió en la deliciosa ingenua a la que todos los hombres soñaban con invitar a cenar. Pero las declaraciones de su madre, a la que no habla desde hace una década, hacen pensar que quizá la idolatrada rosa de Hollywood sea, en el fondo, una magnolia de acero. "Mi hija es una manipuladora de corazón frío, capaz de herir a quien no le siga la corriente".
Meg Ryan ha sido coronada como una productora de éxito con cintas como French Kiss o Tienes un e-mail y como actriz sigue firmando contratos de diez cifras: 3.000 millones de pesetas por Proof of life, 1.900 millones de pesetas por Tienes un e-mail y 1.500 millones por La ciudad de los ángeles.