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Laura Mercier

Su inmensa reputación como creadora de maquillajes le ha permitido trabajar codo con codo con los grandes de la moda. Laura Mercier actúa como una auténtica maga de la imagen al saber extraer toda la belleza de cualquier rostro, al mismo tiempo que consigue ocultar delicadamente todas las imperfecciones


7 de noviembre de 2006 - 14:12 CET

Laura Mercier ha necesitado poco tiempo para demostrar su enorme valía. Sin duda, sus comienzos como pintora le han servido para desarrollar posteriormente su labor con los pinceles de maquillaje. Nacida en Francia, se instaló en una coqueta buhardilla parisina para realizar sus estudios de Bellas Artes; sin embargo, el destino hizo que se interesara en los rostros desde otro punto de vista y se matriculó en la Escuela Carita de París para realizar sus estudios. Una vez graduada, se puso a las órdenes del prestigioso maquillador Thibault Vabre.

Destacó enseguida y, en 1985, viajó a Nueva York para trabajar en exclusiva para la edición americana de la revista Elle. La industria de la belleza se fijó rápidamente en su trabajo y famosos fotógrafos como Steven Meisel y Patrick Demarchelier empezaron a contar con ella para que maquillara a las protagonistas de sus reportajes gráficos. También ha trabajado para otras revistas como Vogue, Marie Claire y Vanity Fair, y las marcas Calvin Klein, Donna Karan, Dolce&Gabbana y Versace la eligieron para que colaborara en sus catálogos y desfiles.

En 1996, lanzó su propia línea de cosméticos para "ayudar a las chicas a potenciar su propia belleza de manera sencilla y sin un gran coste económico", según sus propias palabras. Laura Mercier recibe montones de llamadas de sus amigas Cindy Crawford, Claudia Schiffer o Kate Moss, que le consultan cualquier imprevisto en lo que se refiere a su imagen.

Una de las muchas pinceladas del talento de Laura Mercier se pudo comprobar en la última edición de los Oscar, en cuya gala las actrices Julia Roberts, Reneé Zellwegger y Sarah Jessica Parker se presentaron radiantes con el maquillaje que había diseñado Laura especialmente para ellas. Habitualmente, las portadas de los magazines internacionales llevan impreso su buen quehacer y Laura sigue estudiando e investigando para perfeccionar hasta extremos insólitos sus productos de maquillaje y tratamiento: colores, texturas, envases... todo es examinado minuciosamente para que de ellos se obtenga un resultado óptimo "sin necesidad de ser una profesional", porque Laura afirma que su máximo interés es que sus creaciones puedan ser utilizadas por mujeres corrientes que desean enfatizar su propia belleza.

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