En 1924 esta norteamericana se propuso cruzar sola, de costa a costa, el continente africano. La noticia causó una gran expectación en su época, por su condición de mujer y por su edad: en aquel momento Delia tenía 50 años. Las portadas de los periódicos recogían una foto antes de su partida en la que se veía a una refinada mujer de pelo blanco, piel muy pálida y ojos azules. Entonces eran muchos los que pensaban que nunca lo lograría.
El Museo de Artes y Ciencias de Brooklyn, que por primera vez financiaba una expedición liderada por una mujer, encargó a Delia Akeley capturar ejemplares de la fauna africana y realizar estudios antropológicos de las tribus. Sin embargo, la exploradora ya tenía una larga experiencia en el continente africano, ya que su esposo, Carl Akeley, era director del Museo de Historia Natural de Nueva York, y juntos realizaron varios viajes por África.
El matrimonio se divorció en 1923 y Delia aprovechó esta circunstancia para emprender su aventura, ya que consideraba que una mujer sola sería mejor recibida por las tribus locales. Como ella misma afirmaba: "Desde mi primera experiencia con las tribus primitivas del África central, hace ya 22 años, he tenido la firme convicción de que si una mujer se aventurara sola, sin escolta armada y viviera en los poblados, podría hacer amistad con las mujeres y conseguir información más valiosa y auténtica sobre sus costumbres tribales". Así, Delia comenzó una aventura que tardaría 11 meses en concluir, atravesando Kenia, Uganda o Zaire para llegar a su destino: Boma.
Fallecida en 1970, Delia Akeley, contribuyó a desechar convencionalismos de la época que le tocó vivir, demostrando que las mujeres también podían conseguir lo que se propusieran.