Alto, delgado, atlético. Su inquisitiva mirada, fruto de la miopía, le ha convertido en objeto de deseo de millones de admiradoras. El personaje de Tarzán le lanzó a la fama antes de convertirse en Inmortal de la mano del mejor agente 007 de todos los tiempos.
Americano educado en Suiza, fue expulsado de seis colegios antes de tomar la determinación de dedicarse a lo que realmente le gustaba: la interpretación. Poco a poco, sin prisas ha sabido transformarse en un actor inclasificable que en un segundo, sin mediar un rictus, puede transformar su mirada de ángel en la de un demonio.