María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Fitz-James Stuart fue durante más de sesenta años la XVIII duquesa de Alba y la tercera mujer en la Historia que ostentó como titular tan alto ducado.
Una heredera para el ducado
La gran dama nació en el palacio de Liria, el 28 de marzo de 1926, en una noche de luna llena. "¡Por fin hay una heredera para el ducado!", dijo Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Alba de Berwick, quien tenía, por entonces, cuarenta y ocho años y no tenía otro deseo que el de dar continuidad a su dinastía.
La soledad de su niñez
Aunque los recuerdos de su infancia tienen un matiz doloroso, Cayetana no creía haber sido una niña "arrastrada por la tristeza". "He vivido la guerra civil y la segunda guerra mundial y crecí sin madre, pero fui educada para no quejarme. ¿De qué sirve quejarse?". La duquesa no se quejaba, pero no olvidó jamás que no pudo acompañar a su madre durante su enfermedad (sufría tuberculosis) ni despedirse de ella cuando murió, en enero de 1934, con un retrato suyo entre las manos.
Estudios en el extranjero
Tras esta enorme pérdida, Cayetana hereda el primer título, marquesa de San Vicente del Barco, y comienza su educación en el extranjero. Estudia en los mejores colegios y se relaciona con la alta aristocracia y las princesas del Viejo Continente. En vacaciones, conoce mundo con su padre… Y en 1936 se instala en Londres.
Su primer amor: un torero
El 27 de abril de 1943, con diecisiete años y coincidiendo con su puesta de largo en Sevilla, Cayetana recibía su segundo título, duquesa de Montoro. El mismo que la duquesa cedería a Eugenia al casarse con Francisco Rivera Ordóñez. Cayetana hizo su aparición en el jardín del palacio de las Dueñas ante los más de dos mil invitados y junto a quien fue su amor de juventud el torero Pepe Luis Vázquez, pero no eran tiempos para casarse con un torero.
La novia de Europa
Cayetana era la segunda novia más deseada de Europa, tras su amiga Isabel (futura Reina de Inglaterra) y Luis Martínez de Irujo y Artazcoz, hijo del duque de Sotomayor y estudiante de Ingeniería Industrial, quedó prendado de ella durante una tarde de 1946 en la plaza de toros de Las Ventas y no dudo en pedir su mano dos años después. La boda se celebró el 12 octubre de 1947 en la catedral de Sevilla.
Sus cinco hijos y la esperada llegada de Eugenia
En junio de 1953, cuando ya habían nacido sus hijos mayores, Carlos y Alfonso, se le diagnostica al padre de la duquesa un cáncer de pulmón y fallece el24 de septiembre de 1953.Pasan los años, y aunque la dinastía estaba doblemente asegurada con Carlos, heredero de la Casa (1948), y Alfonso (1950), Cayetana, que siempre tuvo en la cabeza tener una niña, seguía dando a luz a hijos varones: Jacobo, Fernando y Cayetano, hasta que el 26 de noviembre de 1958 llegó la niña, llegó Eugenia.
El gran amor de su vida
Sin embargo, cuando su hija pequeña acaba de cumplir los 11 años, Luis Martínez de Irujo comienza a sentir los primeros síntomas de su enfermedad en 1969 y fallece de leucemia tres años después, en 1972 dejándola completamente devastada junto a sus seis hijos. Pero el destino quiso que se cruzara en su vida Jesús Aguirre Ortiz de Zárate y cinco años después de la muerte de su marido se enamoró perdidamente de él. En marzo de 1978, la duquesa de Alba, de 51 años, y Jesús Aguirre, de 44, se casaron en la capilla del palacio de Liria.
En el año 2000, a Jesús Aguirre se le diagnostica carcinoma de garganta. Por segunda vez, la terrible enfermedad aparece en la vida de la duquesa… Y el 11 de mayo de 2001, a los 66 años, una embolia pulmonar acaba con su vida.
El reencuentro con Alfonso Diez
A pesar de los reveses de la vida. Cayetana vivía como sentía y ponía el corazón en todas las facetas de su vida y a finales de 2007, inesperadamente, la duquesa de Alba se cruza en el cine con un viejo amigo, Alfonso Diez, a quien conoce desde 1973, sin imaginar que aquello acabaría en boda, pero como decía la inolvidable duquesa "el amor es más fuerte que nada en la vida" y pese a las reticencias de sus hijos el 5 de octubre de 2011 Cayetana de Alba contraía matrimonio, en el palacio de las Dueñas, con Alfonso Diez Carabantes y en la que actuaron como padrinos Carlos Fitz-James Stuart, duque de Huéscar, y Carmen Tello.
Su final
A pesar de los achaques y de la mala salud de hierro de Cayetana, el matrimonio viaja por todo el mundo como dos enamorados, aunque este amor tan maduro y reposado llegó a su fin el 20 de noviembre de 2014 cuando debido a una neumonía la vida de la duquesa de Alba se apagaba para siempre, en su refugió, su palacio sevillano de Dueñas, donde tan buenos recuerdos cosechó.
Su funeral, tan emotivo como multitudinario, no solo reunió a numerosas personalidades sino también a decenas de sevillanos, que se lanzaron a las calles para dar el último adiós a su mejor embajadora. El coche fúnebre con los restos mortales de la Duquesa hizo un estudiado y sentido recorrido por las calles de la capital hispalense que tantas veces ella recorrió y donde el silencio a su paso tan solo era roto por los llantos y los aplausos.
Herencia en vida
Cabe recordar que, para cumplir el último deseo de su vida, casarse con Alfonso, la duquesa, como abordó el reparto de sus derechos y bienes en vida. De esta manera el hijo mayor de doña Cayetana, Carlos asumió la jefatura de la Casa de Alba y como tal heredó todos los títulos y grandezas de su madre, que era cinco veces duquesa, 18 veces marquesa, 20 condesa, vizcondesa, condesa-duquesa y condestablesa, además de ser 14 veces grande de España. Además, es el máximo responsable del patronato que incluye los palacios de Liria (Madrid) y de Monterrey (Salamanca). Con él, su hijo mayor, Fernando, nuevo heredero del ducado, pasó a disponer del palacio de las Dueñas. Alfonso recibió la finca del castillo de El Tejado y, al igual que su hermano Jacobo, varias propiedades rústicas. Fernando se quedó con la casa «Las Cañas», de Marbella; Cayetano, con el palacio Arbaizenea, en San Sebastián, y el cortijo 'Las Arroyuelas', y Eugenia con la casa de Ibiza, además del cortijo La Pizana' (Sevilla), que su madre le regaló tras su boda con Francisco Rivera.
Su patrimonio
Y es que al morir el padre de Cayetana en 1953 (XVII duque), la siempre recordada duquesa se convirtió en la jefa de la Casa y también en la dueña de uno de los patrimonios más fabulosos de España. Una heredad que fue creciendo a lo largo de los siglos en títulos y propiedades gracias a la unión del linaje con otras dinastías (entramado de herencias) y también a la impecable gestión de algunos de los duques titulares. En este sentido, es indiscutible el papel que desempeñó Cayetana, quien, siguiendo los pasos su padre, no solo conservó el patrimonio reunido a lo largo de seiscientos años, sino que asumió y cumplió el deseo y el "deber" de multiplicar su legado.