Tenía Cate Blanchett dieciocho años y pocas ganas de sentarse en un aula y esperar a que la vida le llegara en forma de lección. Así es que abandonó sus primeras tentativas de estudios, en Económicas y Bellas Artes, y tomó la opción de viajar durante un año para buscar su camino.
Éste llegó de la manera más extraña. Se encontraba alojada en un hotel barato de El Cairo. Allí otro huésped le ofreció participar como extra en una película que se iba a rodar aquellos días. No lo dudó. Se trataba de una historia de boxeadores. Se vio mientras la rodaban animando a un americano que perdía irremediablemente frente al poder de un boxeador egipcio.
Tras este primer paso en el mundo del celuloide, Cate Blanchett decidió probar fortuna, no sin antes prepararse, en el excitante arte de interpretar. Se matriculó en la Sydney's National Institute of Dramatic Arts. Allí comenzó a dar rienda suelta a un sorprendente potencial que guardaba muy dentro. No se amedrentaba ante nada. Ni siquiera Shakespeare parecía asustarla. Así es que pasó al cine con todas las tablas bien aprendidas. Se metió en la piel de la reina Elizabeth y supo de primera mano cómo andaba El talento de Mr. Ripley. Esta sorprendente actriz en una ocasión dio una fórmula para seguir adelante, cuando las cosas aparecen muy oscuras: "Si sabes que vas a fracasar, hazlo con toda la gloria". Buena receta para días grises.
Sin embargo su trabajo no fracasó y su fama siguió en aumento, Blanchett se convirtió en la reina elfa de la Trilogía de El Señor de los Anillos, una película trampolín que comenzó a catapultarla a las cimas de Hollywood. El año 2004 trabajó con Martin Scorsese en El aviador, un trabajo que supuso todo un reto para ella. Cate se metió a la perfección en la piel de Katharine Hepburn y eso le reportó su primer Oscar como Mejor actriz de reparto. Una estatuilla que se sumó a las otras cuatro que consiguió el filme entre ellas las de Mejor vestuario, Mejor fotografía y Mejor montaje.
Con un Oscar sobre sus estanterías y abrumada por este inesperado éxito, Cate comenzó a ver como le llovían los guiones y como comenzaba a allanarse su camino hacia las colinas de Hollywood. Durante 2006 la actriz australiana estrenó tres grandes películas: Babel, El buen alemán, y Diario de un escándalo, con la que consiguió ser nominada de nuevo a la ansiada estatuilla.
Elegida por la revista People de "Los 50 Más Bellos" en 1999, Cate se afincó definitivamente en Nueva York( después de pasar por junto a su marido el guionista y dramaturgo australiano Andrew Upton, a quien conoció el año 1996 y con que tiene tres hijos: Dashiell John, nacido el 2001, Roman Robert, el 2004, e Ignatius Martin, el 2008.
Amante de las listas, ordenada y muy hogareña, Cate ha sabido ganarse a base de esfuerzo el cariño de los espectadores y de la crítica haciendo un gran hueco en la historia del cine.