Brooke Shield se coló en la pequeña y en la gran pantalla gracias a una belleza turbadora. Grandes directores sucumbieron a los encantos de una niña que protagonizó filmes de la crudeza de La pequeña (1978) a las órdenes de Louis Malle. Luego le llegaría el turno a Randal Kleiser con su Lago azul, película de obligado visionado para saber de amores adolescentes; y a Franco Zeffirelli con Amor sin fin.
Sin embargo, tras estos prometedores comienzos, Brooke Shields sufrió el encorsetamiento a papeles que sólo pueden llevarse a cabo cuando la veintena no ha llegado. Se vio relegada a películas de segunda categoría y a telefilmes de escasa repercusión. Con una vida profesional abocada al olvido, su vida sentimental se hizo noticia cuando se anunció su matrimonio con el tenista André Agassi. Sin embargo, la pareja rompió. Según el tenista: "El amor no es suficiente para que un matrimonio funcione". Tras este fracaso sentimental, Brooke Shields se recompuso a sí misma. Afortunadamente, la pequeña pantalla le había dado alegrías gracias a su participación en De repente Susan, una serie de gran éxito y aceptación tanto de público como de la crítica. El 4 de abril de 2001, Brooke Shields volvió a experimentar las mieles del matrimonio, esta vez junto a Chris Henchy, un guionista y productor televisivo. Se dieron el sí quiero en lo alto de isla Catalina, junto a los ocho invitados que acudieron al enlace. A los pocos meses anunciaron que esperaban su primer hijo. Y es que la adolescencia de Brooke Shields, aunque conserva intacta su belleza, ya es cosa del pasado...