Desde sus comienzos ha alternado papeles cómicos con otros en los que jugaba una gran baza su apostura física, pero su mirada nunca pierde un punto de bondad y ternura. Desoyendo las críticas que hablaban de él como un cómico descerebrado o como un noble bruto, ha logrado, con papeles como el jardinero de Dioses y monstruos, demostrar su valía para cometidos dramáticos. Su creciente popularidad le permite alternar trabajos serios con películas de aventuras y disparates cómicos que le permiten ejercitar su indudable vis cómica.