España vibró cuando, en 1989, tras una agónica final, batió a Steffi Graf. Aquella joven devolvió la alegría al deporte español. Lo hizo con la raqueta por bandera y la deportividad como actitud inquebrantable. En los Juegos Olímpicos de Barcelona, 1992, batió un nuevo récord: se convirtió en la primera deportista española en ganar dos medallas. Su carrera seguía imparable. Se le respetaba en las pistas por su entrega. Arantxa nunca da un set por perdido ni tira la toalla por muy oscuro que se vea el partido. Ella es una luchadora que ama el buen juego. En 1994, cinco años después de la gran hazaña y cuando su nombre era un referente necesario en todos los grandes campeonatos, Arantxa vuelve a regalar a España la mítica Copa Suzanne Lenglen, tras derrotar a la francesa Mary Pierce. La victoria, una vez más, supo a pura miel