Esta leyenda del mundo del perfume rodeó su infancia de acordes y partituras, y cuando cumplió los 16 años era ya una pianista de talento. Tanto, que ganó algún premio de prestigio, como el del Conservatorio de Versalles.
Pero la rebeldía juvenil la llevó de repente a abandonar esa vida. Como una de tantas adolescentes, mostró su carácter al demostrar a su padre que no quería dedicar su carrera profesional a la música, y se fue a Londres, donde trabajó como modelo. Eran los años 60. En ese periodo, el encuentro con un perfumista de la casa Robertet da un giro a su vida y descubre un talento que hasta entonces le había pasado desapercibido: su nariz. "Encontré todo lo que había perdido, transportado en otro registro, pero las palabras eran las mismas: nota, acorde, tecla, órgano", solía repetir.
Pero su vida volvió a dar un giro tremendo: a los 30 años enfermó de cáncer. Apoyada por sus hermanas, en 1980 abre una perfumería en la Rue de Bellechasse de París y poco a poco consigue ganarse la fama que le llevó a ser hasta su muerte en 1999 una de las grandes maestras perfumistas. Sólo vendía una esencia, Folavril, que resultó ser la primera de una procesión de esencias femeninas.
Siempre creó esencias muy personales y es que Annick fue una artesana apasionada, lejos de la concepción empresarial de su negocio, que empezó con una esencia y se acabó convirtiendo en un éxito internacional.
Murió el 20 de agosto de 1999 en París, a los 53 años de edad y, desde entonces, la presidenta de Annick Goutal es Brigitte Taittinger-Warren, amiga personal de Annick. Afronta el reto de continuar el camino que sembró esta maestra del perfume. Sus creaciones siguen vivas.