Consciente del peso de su apellido, desde muy temprano luchó por mostrarse digna sucesora del mismo, y a los 24 años empezó a trabajar en la empresa, algo casi obligado, pues todos en su familia han trabajado para la firma.
Aerin comenzó como jefa de marketing de una de las empresas pequeñas del grupo, Prescriptives, y poco a poco fue conociendo el negocio, hasta que se encargó del Área de Nuevos Productos de Estée Lauder, el buque insignia de este imperio del mundo de la cosmética. Su ascensión no parece tener fin, y en la actualidad es la nueva encargada de imagen y estilismo de las campañas publicitarias de la marca. Mujer de hoy, es capaz de compaginar su recién estrenado trabajo con la labor de educar y disfrutar de sus dos hijos, Jack Joseph y William Louis.
A Estée Lauder no le gustaba renegar de su condición de mujer para dirigir su empresa. Aerin aprendió de ella que se puede ser una ejecutiva profesional y seria sin renunciar a la feminidad. Tiene las ideas muy claras y afirma que los valores que rigen su vida son la familia -con tal de pasar unos minutos más con sus hijos, se maquilla al llegar a la oficina-, el trabajo duro y la salud. Metódica y ordenada, se viste en un abrir y cerrar de ojos, pues su ropa está ordenada por estilos, de pies a cabeza, en tres armarios distintos.
Tiene una exquisita pasión por los detalles y aplica a menudo la máxima que popularizó su abuela: "Es mi apellido el que está en cada producto, así que tiene que ser perfecto". "Es mi apellido también", suele afirmar Aerin, "y por ello me siento enormemente responsable de que todo salga perfecto". Siempre le ha apasionado el mundo de la belleza, y considera que esto sería así aunque no hubiera sido nieta de Estée Lauder.
Su mayor reto en la actualidad es ayudar a la firma Estée Lauder, que ya ha cumplido 50 años, a evolucionar con su tiempo, consiguiendo que atraiga a gente más joven. Lo que parece fuera de duda es que ha logrado ser la digna sucesora de su abuela; es más, quienes la conocen bien, dicen que ella tiene el mismo instinto para los negocios y la visión futurista con la que siempre se distinguió su abuela.