De ellos depende la alimentación de más de 3.000 millones de personas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, y son el principal pulmón del planeta: el agua de los océanos absorbe el 30% de las emisiones de C02, contribuyendo a controlar el cambio climático, y ciertos organismos microscópicos que viven en ellos (como algas unicelulares y cianobacterias) son las responsables de generar gran parte del oxígeno de la atmósfera (hasta el 80% según National Geographic). Sin embargo, estas razones no parecen suficientes para que los protejamos, o al menos así ha sido durante las décadas en las que hemos convertido los mares en auténticos vertederos. La causa más obvia es el hecho de arrojar plásticos, directamente, a ríos y playas, pero también ensuciamos al utilizar productos -entre ellos, cosméticos- cuya composición resulta contaminante para los fondos marinos. Por estos motivos, la industria de la belleza se ha posicionado como pionera al tomar medidas tanto para frenar su impacto en los océanos como para revertir años de destrucción; iniciativas que afectan al packaging, la formulación o la producción, y que repasamos en el Día mundial de los océanos.
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Solares 'oceans friendly'
Si bien ellos, los océanos, trabajan durante todo el año, es a partir de junio cuando la mayoría los disfrutamos en primera persona. Mar y playa son sinónimos de verano... y de crema solar, uno de los productos de belleza más necesarios pero también de los más perjudiciales para la salud de los océanos: se calcula que cada año, quedan unas 25.000 toneladas de protector solar en el agua, que además de ensuciar el mar, afectan a las especies que habitan en él. Los corales son especialmente sensibles a algunos ingredientes que a menudo forman parte de las cremas, como la oxibenzona, y su destrucción está alcanzando cifras alarmantes: si en los últimos 30 años ha desaparecido un tercio de los arrecifes de coral, en 2040 podría haber desaparecido entre el 70 y el 90%. También otros organismos marinos se ven afectados por componentes como las nanopartículas de óxido de zinc o el dióxido de titanio, que también dañan los corales.
"Las cremas solares pueden contener ingredientes dañinos para los organismos marinos. Aunque el efecto más conocido de estos productos es el bleaching o blanqueamiento de los corales, también afectan a otros organismos interfiriendo en el correcto funcionamiento hormonal. Estos hallazgos revelan la necesidad de investigar y elaborar recetas que sustituyan los componentes dañinos de las cremas solares por otros favorables para el medio ambiente", explica Teresa Uribe desde el Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina. ¿La solución? Reformular estos productos y reemplazar las sustancias nocivas por ingredientes naturales y orgánicos que no dañen la biosfera marina, tal y como ya han hecho + Farma Dorch, Yves Rocher o, esta misma primavera, Germaine de Capuccini renovando su línea solar.
"Estamos concienciados de la necesidad de proteger la piel, pero también nos preocupa el impacto que nuestros solares puedan tener en el medio ambiente. Por ello el objetivo de este nuevo rediseño ha sido conseguir el equilibrio entre protección y respeto por el medio marino", explica Inmaculada Vivó, directora técnica de Germaine de Capuccini, sobre los nuevos productos de la línea Timexpert Sun cuyas fórmulas ahora son totalmente respetuosas con el mar. Para conseguirlo, han incrementado los porcentajes de ingredientes biodegradables, eliminado siliconas, microplásticos, oxibenzona y octilmetoxicinamato, y reemplazado los filtros físicos nano (Tio2 y ZnO) por TiO2 no nano, sin nano partículas. Así se acercan a los estandares de certificados como Reef Safe, Ocean Friendly o Conforme a la Ley Hawai que avalan los cosméticos respetuosos con el mar y su biodiversidad.
Microalgas, el súper alimento que conquistó la cosmética
Además de ser fuente de alimento y regular el cambio climático, los océanos proveen de ciertos ingredientes a la industria cosmética. Es el caso de las microalgas, un súper alimento -así lo coronó la ONU en 1996- muy rico en carotenoides y proteínas que, en su medio natural que es el mar, es capaz de transformar el doble de su peso de CO2 en oxígeno. Estos microorganismos marinos también cuentan con un poder que atrajo a la industria cosmética: su capacidad de activar la telomerasa, enzima que frena la destrucción de los telómeros, una de las causas del envejecimiento de la piel. La decisión de incorporarlo a las fórmulas de cremas y sérums podría haber supuesto la extinción de las microalgas... pero, al contrario, se ha convertido en una herramienta más para impulsar el compromiso medioambiental gracias a firmas como Bluevert y a su proceso de producción sostenible de microalgas.
Desde su nombre (que resulta de la unión de azul en inglés y verde en francés) hasta el complejo patentado Plasmarine Active presente en sus fórmulas, la marca Bluevert siempre ha estado estrechamente vinculada a los océanos. De ahí que, para la compañía, fuera tan importante no dañarlos durante la producción de sus cosméticos. Gracias al proceso de elaboración diseñado en alianza con una empresa de biotecnología en Porto Santo (Madeira), logran la depuración de 250.000 litros de agua cada día, además de potenciar la transformación de CO2 en O2 en las microalgas que resultan. Estas se combinan, en las distintas referencias de la firma, con otros ingredientes naturales como avena, té verde...
'Packagings': menos y mejores
Pero no solo lo que hay en su interior puede contribuir a cuidar el planeta, también los packagings de las cremas deben ser respetuosos con el medioambiente, y de forma especial con los mares, ya que la contaminación en estos no hace sino crecer y a menudo son envases de plástico la basura que encontramos en mares, ríos y playas. Para frenar este impacto, y la generación de desperdicios en general, son muchísimas las firmas de belleza que apuestan por reducir sus embalajes a los exclusivamente necesarios, así como por elegir vidrio o materiales reciclados y reciclables antes que cualquier plástico que no pueda reutilizarse. Entre ellas, destacan todas las gamas del grupo L'Oréal Paris, que hace solo unos días revalidaba su compromiso con la sostenibilidad anunciando que en 2040, el 100% de sus envases de plástico procederá de materiales reciclados o de base biológica, así como que reducirán, en general, el 20% de sus packagings. Junto a otras medidas como potenciar los ingredientes de origen renovable, la empresa francesa se posiciona a la cabeza de una industria que se compromete con el planeta día a día.
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Más allá de sus productos
Y es que, ya superado el greenwashing que ahora ataca a la moda (utilizar la sostenibilidad como herramienta de marketing), las marcas de cosmética han demostrado una implicaciçon auténtica con el cuidado del medioambiente a través de iniciativas que superan lo que son sus productos o sus procesos de fabricación. En esta línea, Biotherm, una de las marcas que siempre apoya el Día mundial de los Océanos con distintas campañas, presenta este 8 de junio el nuevo capítulo del proyecto Limpia Ríos, Salva Océanos que, en noviembre de 2020, lanzó en alianza con Ecoalf. Tras retirar más de 11 toneladas de basuraleza del río Jarama, el plan se traslada ahora al Tajo para acercarse al mar. Esta colaboración "gira en torno a la creación de una gran barrera -junto a Paisaje Limpio- que sirve como instrumento para recoger gran cantidad de materia orgánica, tanto grandes objetos, como, sobre todo, pequeñas piezas de plástico o microplásticos, que se encuentran flotando en el río y que la barrera ha sido capaz de retener". Una estrategia más que prueba que la industria de la belleza tiene más que asumido que no solo debe frenar su impacto medioambiental, sino que cuenta con la capacidad de revertir el daño ya ha causado.