Imáginate rociar tu rostro con un spray de belleza que se activa al ponerte delante del móvil, el ordenador, la tablet, la televisión u otro de esos dispositivos que emiten luz azul, esa de la que tanto se habla y cuyos efectos biológicos están siendo objeto de estudio para analizar su impacto en la salud y en la piel. El nuevo enfant terrible de la belleza se llama Digital Mist, de Ikonsmetics, y se trata de una bruma capaz de reparar las células cutáneas cuando sus enzimas entran en contacto con la luz azul de estos dispositivos.
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Este tipo de luz ha hecho correr ríos de tinta en los últimos meses. Aunque se viene utilizando en dermatología como terapia para algunas patologías como el acné -con máscaras de LEDs como la que usa Victoria Beckham, por ejemplo- e incluso para curar el cáncer de piel superficial cuando se combina con una crema fotosensibilizante, lo cierto es que ha abierto un debate. "Más que porque se considere que existe un riesgo real, se busca difundir la constatación de que debemos prestar atención a algo nuevo cada vez más presente en nuestra vida y que, por tanto, también puede tener un efecto en la piel, ya que se trata de otro espectro de luz al que estamos cada vez más expuestos", explica la doctora María Victoria de Gálvez, miembro del Grupo de Fotobiología de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología). Según uno de sus compañeros, el doctor José Aguilera, doctor en biología y académico de la AEDV, "un 37% de la radiación de un fluorescente pequeño es luz azul, las luces LED blancas emiten un 35% de luz azul, y el porcentaje de esta luz emitida por la pantalla del móvil, de una tablet o de una televisión asciende al 40%".
Y es que todos sabemos del poder de la radiación lumínica sobre cualquier activo, pero también sobre la piel. De hecho, son ya numerosos los laboratorios que, durante al pasado año, lanzaron productos cosméticos que protegen la piel de los efectos de esta longitud de onda. Pero a partir de ahora, además, se incorpora a la escena cosmética un producto con acción antiedad y antimanchas. ¿Cómo lo hace? Digital Mist lleva en su formulación el activo Algae Blue Light, extraido del alga spirulina que contiene las ancestrales enzimas Photolyase CPD, con la capacidad de ser fotoactivadas directamente por la luz azul. En ese momento, se adhiere directamente a los enlaces CPD de las células de la piel de manera que permite a su ADN que se reconecte y funcione con normalidad. El resultado es que aumenta la luminosidad y la firmeza, las manchas se atenúan y se reducen las arrugas.
Ese mecanismo de reparación del ADN, incluído el de las enzimas fotoliasas, fue investigado y descubierto por los químicos que recibieron el premio Nobel de Química en 2015, el sueco Thomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco-estadounidense Aziz Sancar. "Este producto no modifica el ADN, por supuesto, sino que permite reparar ciertas estructuras celulares que se dañaron por el fotoenvejecimiento provocado por la radiación UV y azul, solo que en este caso, aprovechamos la radiación a la que nos exponemos para reparar y proteger la piel", explica Jose Balaguer, CEO de Ikonsmetics.
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¿Cómo se utiliza? Rociando la cara a unos 20 centímetros de distancia después de la higiene facial y como último paso del maquillaje para fijar, iluminar, evitar la sensibilidad y proteger frente a la polución. Se puede aplicar también en cualquier momento del día, coincidiendo con la exposición a las pantallas, y no hace falta un periodo de tiempo mínimo, porque el solo contacto con la fuente lumínica lo activa. "Ademas, recomiendo usarlo también por la noche, antes de dormir, porque el producto funciona por sí solo gracias a su concentración en ficocianina (antioxidante que evita el fotoenvejecimiento digital) y probióticos que equilibran la flora facial y que calman y regeneran la piel", asegura la farmacéutica Isabel Saénz de Buruaga Saura.