Saber cómo maquillar los pómulos es uno de los puntos clave con los que embellecer los rasgos faciales al instante. Según los cánones de belleza actuales, cuanto más marcados y altos sean estos huesos, más bonito y joven se percibirá un rostro, puesto que el llamado 'triángulo de la juventud' debe dibujarse con la base entre los pómulos y la punta hacia abajo, en la barbilla. Con el paso del tiempo, esta forma termina por invertirse, con lo cual el rostro parece más cansado y envejecido. La buena noticia es que existe una técnica de maquillaje capaz de redibujar ese triángulo de las personas jóvenes, redondeando las mejillas. Rosie Huntington-Whiteley o Chrissy Teigen ya la ponen en práctica y consiguen el ‘milagro’ con un solo gesto. Lo mejor de este truco es que funciona tanto con un maquillaje natural como con uno de fiesta por lo que el efecto se puede disfrutar 24 horas al día los 7 días de la semana y, también, que solo se necesita un producto para llevarlo a cabo: un iluminador.
La novedad de esta técnica consiste en el lugar en el que se aplica el iluminador y es que, mientras que hasta ahora el sitio clave en el que ponerlo para levantar los pómulos era desde el punto más alto hacia la sien, el centro de la manzana de las mejillas se ha convertido de pronto en otro imprescindible. Además, otra de sus características es que el modo de aplicación es apto para principiantes: cargar la brocha con una pequeña cantidad de iluminador – siempre es más fácil añadir pigmento que retirar el exceso – y colocarlo en el centro de las mejillas a la altura del final de la nariz. Este paso se puede realizar por sí solo o combinado con un colorete siendo esta segunda alternativa la que más potencia su efecto.
Para terminar, otro gesto opcional con el que resaltar aún más los pómulos es el contouring, la famosa técnica con la que se esculpen los rasgos por obra y gracia de unos toques de bronceador. Aunque se perciba como un gesto que recarga el acabado final del maquillaje, siempre se puede modular para conseguir un efecto más ligero para el día a día. ¿Cómo? Eligiendo un tono de bronceador solo uno o dos tonos más oscuro que el de la propia piel y cargando muy poco la brocha para evitar líneas demasiado marcadas. Una vez se tienen esas dos premisas claras solo hay que realizar un trazo justo debajo de los pómulos y difuminar muy bien la línea para que se funda naturalmente con el fondo.