Natalia de Molina vive días de vértigo. Cámaras, sesiones de maquillaje, ruedas de prensa, entrevistas... un ritmo que apenas le permite tomarse un té con tranquilidad. Se ha convertido en el centro de todas las miradas por méritos propios, tras una etapa con una actividad incesante que la ha llevado a rodar ocho películas en tan sólo dos años.
Todo comenzó con Vivir es fácil con los ojos cerrados, el filme de David Trueba que la llevó a conseguir en 2014 el Premio Goya a la Mejor Actriz Revelación. Ahora, acaba de ganar el Premio Forqué como Actriz Protagonista por su papel en Techo y comida, imponiéndose a actrices como Penélope Cruz o Juliette Binoche, por lo que su nombre empieza ya a sonar en las quinielas de posibles ganadoras de cara al próximo 6 de febrero -cuando se entregan los Goya-. "Es un piropo muy grande, pero es que este año hay unos trabajos que son espectaculares, tenemos mucha suerte las mujeres este año con los trabajos que se han hecho, y creo que puede pasar cualquier cosa", nos cuenta.
En las vísperas de los Premios Feroz, a los que también está nominada, hemos tenido el privilegio de compartir con ella una sesión de maquillaje y peluquería -con L'Oréal Professionnel y el peluquero navarro Ramiro Mata-, y se palpa que vive una auténtica montaña rusa de emociones, que van de los nervios a la alegría pero, eso sí, manteniendo los pies en el suelo. Ha compartido con nosotros, además, algunos de sus secretos beauty. ¡No te lo pierdas!
"Estoy teniendo mucha suerte, pero creo que, además, detrás hay un trabajo muy grande que hace que la gente siga confiando en mí para otros proyectos", nos explica. Proyectos entre los que se encuentra el estreno el próximo mes de abril de Kiki, de Paco León: "Es una película muy divertida, todo lo opuesto a Techo y comida, y va a ser un reto ver cómo la recibe la gente". No hay duda de que a Natalia le ha cambiado la vida: "Mucho a nivel profesional, aunque a nivel personal sigo siendo la misma".