Si decimos half up, medio recogido, semirrecogido con coleta… seguiremos sin caer en la cuenta de a qué nos estamos refiriendo exactamente. Pero si en cambio mencionamos la “fuente”, el “quiqui” o “la palmera”, ¡todas damos en el clavo ipso facto! En efecto, rescatamos aquel recogido que nuestras madres nos hacían día sí y día también antes de ir al colegio. Tan socorrido en las mañanas maratonianas que juramos no volver a hacernos uno en cuanto tuviésemos total potestad sobre nuestra cabellera. Eso sí, todo hay que decirlo, las madres son sabias y en este caso no iba a ser menos, porque el peinado en cuestión tenía sus razones de existir. En primer lugar, era perfecto para sobrellevar un bad hair day. En cuanto a durabilidad y resistencia no le ganaba ningún otro. Sí, aquella fuente se mantenía en el mismo sitio como un tentetieso, ni para arriba ni para abajo. Además, te despejaba la frente, los ojos ¡y las ideas! No fuese a ser que se colase delante del libro y no estudiases. ¡Todo virtudes!