Nuestro organismo es como una chimenea: funciona a base de quemar combustible un llamado calorías. En circunstancias ideales, repostamos tanto combustible como quemamos, pero si las almacenamos es en forma de grasa. Para acabar con ella hay que mejorar los mecanismos que tiran de esas reservas y optimizar la forma de vaciar los adipocitos.