Ya hemos hablado de la importancia de dejar de fijarnos en el número que marca la báscula si queremos adelgazar. Parámetros como el porcentaje de grasa corporal o la masa muscular son, en realidad, los verdaderos indicadores de salud a los que deberíamos prestar atención. La fórmula para alcanzar estos objetivos no tiene nada de mágica, sino que pasa por llevar un estilo de vida en el que la alimentación saludable y el ejercicio se conviertan en hábitos diarios. Los expertos de la Universidad de Harvard, a través de la publiciación digital especializada Harvard T. H. Chan, también divulgan algunas de las claves para alcanzar el bienestar, y si recientemente te revelábamos cuáles eran los cinco deportes que destacaron por sus beneficios para vivir mejor, ahora señalan cuáles son las cuatro razones que favorecen que engordemos con más facilidad.
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1. Descansamos poco
Según datos del STADA Health Report, el reporte anual que elabora la compañía farmacéutica sobre la salud de la población a nivel mundial, el 20% de los españoles asegura que tiene problemas para conciliar el sueño, una cifra que supera a la media europea que se sitúa en el 15%. Además de los muchos problemas que derivan de la falta de descanso, desde la Universidad de Harvard revelan que también afecta al peso: "Investigaciones sugieren que existe una conexión entre cuánto duerme la gente y lo que pesa. En general, los niños y los adultos que duermen poco tienden a pesar más que aquellos que descansan lo suficiente".
Para demostrar la relación que existe entre el insomnio y el peso, los expertos de la universidad exponen los resultados del Nurses’ Health Study, en el que los investigadores siguieron a 60.000 mujeres a lo largo de 16 años. Al principio, ninguna de las participantes era obesa, sin embargo, al finalizar el estudio, aquellas que habían dormido cinco o menos horas diarias incrementaron en un 15% el riesgo de padecer dicha enfermedad en comparación con las que descansaban siete. Además, las del primer grupo también compartían un 30% más de posibilidades de engordar 13 kilos a lo largo del tiempo que duró la investigación.
Entre las posibles razones que justifican la consecuencia en el peso de la falta de descanso, desde Harvard destacan que las personas que duermen menos tienen más horas al día para consumir calorías, están más cansadas para hacer deporte y también sufren de desequilibrios en las hormonas que controlan el apetito, por lo que la sensación de hambre podría incrementarse.
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2. No hacemos deporte
O no el suficiente. No es ningún secreto que el ejercicio es clave a la hora de adelgazar, de hecho, los expertos señalan al déficit calórico como la única fórmula efectiva para conseguirlo: "Las dietas no garantizan el éxito. Siempre debes tener en cuenta que lo único que debe ocurrir en el cuerpo para perder peso es generar un déficit calórico, es decir, gastar más calorías que las que consumimos", apuntan los expertos del centro Metropolitan Club & Spa. Para alcanzar este objetivo, practicar deporte a diario es la solución para quemar la energía que le sobra al organismo y, según los especialistas de Harvard, también un seguro de salud: reduce el riesgo de padecer enfermedades del corazón, crónicas, e incluso algunos tipos de cáncer.
Un motivo más para hacer deporte que está directamente relacionado con la primera razón por la que engordamos es que ayuda a descansar: "El deporte es muy beneficioso para la salud, y también facilita la conciliación del sueño, ya que promueve la liberación por el organismo de endorfinas que son sustancias que propician una sensación de bienestar y relax. Además, la fatiga post-ejercicio nos lleva a un estado de relajación muscular y corporal natural que invita al descanso", explican desde la plataforma de bienestar holístico Gympass, que ofrece actividades mentales, emocionales y físicas para aprender a vivir con salud.
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3. Comemos mal
No es ninguna novedad, llevar durante mucho tiempo una dieta poco saludable es sinónimo de que el peso aumente y los especialistas de Harvard recomiendan que se sigan unas pautas básicas a la hora de preparar cada plato: la mitad debe estar comuesta por verduras y frutas y el objetivo está elegir variedades de diferentes colores para exprimir al máximo sus beneficios; los cereales y semillas integrales supondrán un cuarto y se pueden elegir entre ingredientes como la quinoa, el arroz o la pasta integral, por ejemplo; otro cuarto se reservará para las proteínas que, aparte del pescado o el pollo, también las aportan los frutos secos o las judías; por último, los aceites saludables como el de oliva deben consumirse con moderación y las bebidas consistirán en agua, té o el café de cada mañana.
Como guía para cambiar las costumbres en la mesa para siempre, Ixi Ávila, coach de Inteligencia Emocional, recomienda que el plan no se centre en alcanzar un objetivo concreto: "Poner consciencia en los hábitos que creamos pueden transformar nuestra vida a largo plazo y tener un efecto que marque la diferencia, mientras que los resultados tienen fecha de caducidad", razona la experta, quien añade que "si te propones perder 5 kg haciendo dieta, en el momento en el que lo consigas, volverás a tu alimentación de antes. En cambio, si te propones crear el hábito de comer de forma saludable, eso se va a convertir en un estilo de vida. Conseguirás el resultado como consecuencia pero no será el único fin y podrás poner el foco en disfrutar el proceso y celebrar tu progreso, habiendo también lugar para la flexibilidad y la imperfección".
4. Motivos genéticos
Por último, desde la prestigiosa universidad señalan a los genes como otra razón por la que se tiene más o menos facilidad para mantenerse en forma: "Algunas personas están genéticamente predispuestas a ganas peso más fácilmente o a almacenar grasa alrededor de la zona abdominal", admiten. Sin embargo, también aseguran que existen estudios que han desmotrado que un estilo de vida activo combinado con una dieta saludable puede prevenir esta inclinación a los problemas de obesidad.