La piel es el órgano más grande del cuerpo y está expuesto a toda clase de estímulos, ya sean externos, como el clima, la temperatura, la humedad…, e internos, como nuestro estado de ánimo, las hormonas... e incluso la alimentación. Muchos no saben que la dieta puede afectar de manera directa a la calidad de la piel. De hecho, existen algunos alimentos que tomamos a diario que podrían estar alterándola. "La alimentación es esencial para el funcionamiento diario del cuerpo humano", dice Iván Lorenzo, director científico del laboratorio Olyan farma, quien tiene claro que "la dieta no solo se traduce en introducir 'combustible' al cuerpo para que funcione y podamos realizar nuestra actividad diaria". "Se ha observado que la calidad de la dieta está estrechamente relacionada con el mantenimiento de la salud en general. Además, "si nuestras digestiones son poco sanas o desequilibradas, se liberan toxinas en nuestro torrente sanguíneo que pueden causar inflamaciones en el organismo", añade Lorenzo.
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Las alteraciones en la flora intestinal, y la consiguiente inflamación, pueden causar hinchazón en la piel, sobre todo en aquellas personas con tendencia a sufrir acné, eczema, psoriasis, rosácea o con dermatitis seborreica o atópica. "Estas afecciones dermatológicas cursan todas con inflamación, impidiendo un funcionamiento correcto del sistema inmune. En resumen, las células inflamadas, al no poder producir colágeno y ácido hialurónico, colapsan generando esos brotes". Después de tener claro todo esto, hemos consultado a varios expertos para que respondan a la gran pregunta: ¿qué alimentos dañan más nuestra piel?
Leche
"Los lácteos contienen proteínas (como las caseínas tipo 1 y las betacaseínas de tipo 1) que pueden alterar la respuesta inmunológica, aumentando los episodios de enfermedades dermatológicas autoinmunes como son algunos tipos de dermatitis o psoriasis. También se ha relacionado la ingesta de leche con un aumento de una hormona, la IGF-1, que está relacionada con una mayor producción de sebo y, por tanto, relacionada también con el acné", explica Mar Sieira, farmacéutica y CEO de la firma cosmética Sarah Becquer.
Sal, azúcar y café
La doctora Paula Rosso, del Centro Médico Lajo Plaza, insiste en que "cuando se consumen más de 5 gramos de sal al día, el cuerpo va almacenando el sobrante en órganos y tejidos". "Esto es lo que causa la retención de líquidos en el cuerpo y lo que conocemos como edemas, que lo único que son es sal y agua almacenada que no pudieron eliminar ni el riñón ni la piel. Puede provocar: caída de cabello, ya que deshidrata el cuero cabelludo; sequedad de piel y ojos, por lo que tendríamos más propensión a arrugas faciales y alteración de las mucosas, ojeras... y, por otro lado, también puede dar edema facial con aumento de bolsas", nos cuenta. El azúcar igualmente es nuestro enemigo si queremos tener una piel bonita, y es que, al igual que la sal, también puede subir la tensión arterial. "Su característica más importante es que acelera el envejecimiento celular al potenciar las reacciones de oxidación", dice Iván Lorenzo. En su opinión, también debemos reducir el consumo de café, ya que también aumenta la tensión arterial y fomenta la deshidratación.
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Alcohol
"Tras un consumo agudo de alcohol la oxigenación de la piel disminuye, por lo que se aprecia un aspecto cetrino. También merma la producción de colágeno, por lo que se pierde brillo, elasticidad y firmeza en la piel y, además, evita la liberación de toxinas, lo que puede provocar un brote de acné", dice la doctora Rosso, avisándonos de que a largo plazo "el consumo de alcohol disminuye la vitamina A, dando sequedad y descamación de la piel, es decir, un envejecimiento prematuro del rostro". Otra evidencia del abuso constante del alcohol es la rosácea facial y la aparición de telangiectasias o 'vasitos dilatados' en la cara". Por último, no podemos olvidarnos de que provoca inflamación que puede traducirse en "poros dilatados, manchas y falta de luminosidad".
Grasas trans
Sobre este tipo de grasas que encontramos en la famosa comida rápida o comida basura, Iván Lorenzo nos cuenta que "obstruyen las arterias y los capilares epiteliales son muy finos, por lo que empeorará la oxigenación de la piel, aumentará la retención de líquidos y fomentará la pérdida de elasticidad y luminosidad". "Estos alimentos son los que se deberían restringirse al 100% en una dieta, ya que no generan ningún bien al organismo", afirma.
Carbohidratos no integrales
"El pan blanco y la pasta contienen un alto índice glicémico, lo que fomenta la inflamación cutánea al romper el colágeno que mantiene la piel fuerte junto con la elastina, que le otorga esa flexibilidad", explica Lorenzo. Tampoco debemos consumir de manera frecuente alimentos fritos porque, según Mar Sieira, "causa daños a la estructura de las células de la piel, y esto lleva consigo la aparición de un tono amarillento, envejecimiento e incluso acné".
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Carne roja
"El exceso de carne roja puede provocar aumento de la proteínas totales en sangre y, por lo tanto, edema facial, deshidratación celular con síntomas de piel apagada, arrugas más marcadas y falta de elasticidad", apunta la doctora del Centro Médico Lajo Plaza, que tampoco recomienda comer embutidos en exceso ya que puede acarrear los mismos síntomas del exceso de grasas y de proteínas.
Algunos datos a tener en cuenta
Eduard Baladia, director del Área de Gestión del Conocimiento Científico de la Academia Española de Nutrición y Dietética, nos ha dado un punto de vista diferente sobre este tema ya que, como en todo, no se puede generalizar y hay que tener en cuenta algunos aspectos importantes. En su opinión, habría que hablar de manera conjunta de los azúcares libres y las bebidas azucaradas porque "el origen del problema sería el mismo". "Hay que intentar diferenciar entre el efecto directo del consumo de azúcares libres, los cuales son consumidos en mucha cantidad a través de las bebidas azucaradas, del efecto del aumento del azúcar en sangre. El consumo de azúcares libres está ligado a un aumento del riesgo de exceso de grasa corporal, obesidad (estos son los efectos directos). Estas condiciones, normalmente con la edad, pueden conllevar un aumento de los azúcares en sangre (diabetes tipo 2; serían los efectos indirectos) y, las consecuencias de mantener niveles altos en sangre, podrían tener un impacto en la piel (glicosilación), especialmente cuando le de el sol. Este problema también podrá conducir a otros problemas más graves, como pie diabético, retinopatía diabética o nefropatía diabética", detalla.
Respecto al alcohol, "creo que deberíamos diferenciar dos tipos de problemas cutáneos". Por un lado, Baladia hace referencia a la cirrosis (es decir, un problema de hígado debido a un consumo crónico de alcohol), cuando co-existen manifestaciones cutáneas muy características del alcoholismo: ictericia, angiomas en forma de araña, telangiectasias cutáneas, eritema palmar, uñas blancas, desaparición de lúnulas en las uñas (la parte blanquecina con forma de luna) y dedos hipocráticos o 'en palillo de tambor'. "Por otro lado, el consumo de alto riesgo de alcohol, pero sin llegar a la producción de cirrosis, se asoció en algunos estudios con signos faciales de envejecimiento relacionados con la edad: aumento de las líneas faciales superiores, hinchazón debajo de los ojos, comisuras orales y pérdida de volumen en la parte media de la cara". Para terminar, Eduard Baladia explica que "parece ser que las grasas dietéticas podrían estar relacionadas con mayor elasticidad de la piel, por lo tanto podríamos estar hablando de un posible efecto protector. Sin embargo, entiendo que el consumo de bollería (que contiene muchas grasas y azúcares) podría tener un impacto negativo en el acné, por ejemplo, y, por supuesto, que su consumo excesivo podría conducir a situaciones de obesidad y diabetes tipo 2, llegando a tener ese impacto negativo indirecto descrito".